1. La noche de año nuevo


    Fecha: 09/10/2018, Categorías: Incesto Autor: Kalinero, Fuente: SexoSinTabues

    ... su espalda. Me llegó un nuevo orgasmo rápidamente. Rosa no me dejó descansar. Se incorporó y se puso enfrente de mí. Metió su pierna entre las mías, por detrás. Ella se aproximó a mí y yo misma me coloqué de medio lado. En un momento sentí su sexo húmedo rozarse con el mío. Nos cogimos de las manos mientras nos miramos a la cara. Las dos llevábamos un ritmo loco pero acompasado. Nuestros coños se recorrían mutuamente. Nuestras humedades eran una sola y cuando ambos chocaban, el placer se disparaba. Aguantó hasta que yo me empecé a correr. Las dos gemimos y chillamos mientras nos corríamos. Nos tumbamos en la cama las dos, con la respiración agitada. Nos besamos. Nos acariciamos. Ella se durmió. Pero yo no dejaba de pensar en lo que había hecho. Me entraron ganas de llorar. Nunca me había sentido lesbiana. Me gustaban los tíos. ¿Qué había hecho? Me sentí atormentada. Me levanté. Rosa me preguntó medio dormida que donde iba. – Al baño- Le respondí. Cogí los zapatos en la mano. Me olvidé de las bragas y de las medias. Me puse los zapatos en la planta de abajo y el traje. Salí procurando no hacer ruido. Me sentía agotada, avergonzada. Esperé a que pasara un taxi. No había nadie en la calle. Empecé a sentir miedo. Tenía pinta de puta, con ese trajecito, despeinada, sin medias. Llamé a Carlos. Carlos tardó en coger el teléfono -¿Carlos? ¿Dónde estás?- -En casa, mamá ¿Sabes qué hora es?- Miré el reloj. Eran las cinco y cuarto. -Necesito que me vengas a buscar- Carlos tenía un ...
    ... ciclomotor. Tardó quince minutos en llegar al punto de encuentro, una plaza cercana. Estaba refugiada en la puerta de una casa y salí a la acera cuando lo vi llegar. Vino todavía vestido con su traje de fiesta. Me miró extrañado de la pinta que tenía y cuando me subí en la moto, se debió de dar cuenta de que no llevaba puestas las bragas. - ¿Qué? ¿Te lo has pasado bien?- Me dijo con sorna. Hacía frío en la moto. Me puse al casco. No era el casco de motorista cerrado, sino uno que parece de caballista. Me abracé a él todo lo fuerte que pude. Puse mi cara en su espalda. Sentí una ola de ternura hacia él. Lo agarré uniendo mis manos delante de su vientre. Todavía seguía mareada. No sabía lo que hacía. Frotaba mi cara contra su espalda. Le conté que la fiesta había sido un desastre, y que me había llevado una sorpresa con Rosa. Se lo conté pegando la boca a su oreja. Estaba fría. Se me ocurrió mordisquearla, y lo hice. Seguía borracha. Quería tener a un hombre que me quitara el sabor de Rosa. Comencé a pasar mi mano por el pecho de Carlos. Lo acariciaba sin entender muy bien por qué lo hacía. Mis manos describían movimientos cada vez más amplios en su cuerpo, hasta que la mano bajó inconscientemente por debajo de la correa. Sinceramente, no pensé en sobarle el nabo, pero al hacerlo, me encontré que mi hijo estaba empalmado. Supuse que era debido a la forma en que me estaba comportando. En otra ocasión hubiera apartado la mano pero aquello me volvió loca. Le palpé el pene a conciencia. ...
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