1. Mi primo y su amigo australiano me follan en un barco velero


    Fecha: 18/09/2023, Categorías: Incesto Autor: Caprice, Fuente: CuentoRelatos

    ... Esta era para mí la primera vez buceando, y mi primo, en calidad de biólogo marino, me fue nombrando y aportando información sobre todo aquello que veíamos. Lo disfruté tanto, que regresé la mar de feliz, pero me sorprendió no ver al australiano cuando subí por la escalerilla de popa. Le busqué en la cabina y el camarote, pero no estaba. Me puse en lo peor, y continué por cubierta hasta que lo vi tumbado en proa tan tranquilo.
    
    Le observé impactada un instante, procurando no hacer ruidos que me delataran, luego regresé a popa con mi primo.
    
    —Dylan está como su madre le trajo al mundo —le dije muy nerviosa.
    
    —No entiendo qué tiene de malo —respondió como si tal cosa.
    
    —Pues eso, que el rubito está en pelotas en la proa —insistí con las definiciones por si no lo había captado.
    
    Nacho me miró fijamente, soltó un par de carcajadas y refrescó mi memoria tirando de ironía.
    
    —Si no me falla la memoria, una tal Sandra se quejaba el otro día de que no hay playas nudistas por la zona, y presumía de no importarle que la vieran desnuda o que otros lo estuvieran.
    
    —Sabía que tarde o temprano me saldrías con esas —le respondí sin apartar la vista del australiano—. Pero es diferente, porque soy una más entre muchos. Ahora estamos solos los tres y Dylan me pone demasiado, sobre todo lo que tiene entre los muslos.
    
    —Puedes denunciarlo al capitán del barco o lo que quieras, mi puritana Sandra —respondió indiferente, entró en cabina y regresó desnudo con un par de cervezas que ...
    ... compartió con su amigo.
    
    Les observé durante un rato dudando si aquello era real. Bajé de las nubes cuando Dylan se levantó y caminó con dos botellas vacías hacia mí. Me soltó un, —hola, guapa— cuando pasó delante de mí, entró en la cabina y regresó con Nacho como si nada portando dos botellas llenas. Mientras lo hizo, perseguí con los ojos su divino culo. Entonces fui consciente de que tarde o temprano tendría que imitarlos por no quedar como el orto. Con esta idea me quité el bikini y celebré con una cerveza mi dudosa valentía. En un cuarto de hora cayeron otras dos por mi cuenta, mis ojos se nublaron y me senté en uno de los bancos recostada contra el respaldo, con las piernas semiabiertas y los ojos cerrados.
    
    Ellos regresaron cuando no tuvieron más batallitas que contarse, encontrándome de aquel modo. Abrí los ojos sorprendida cuando Dylan dijo que yo tenía algo ahí, sin precisar dónde, pero dirigiendo la mano hacia mi entrepierna. Rascó mi rodilla con la uña y sonrió, afirmando que se trataba de una pequeña costra, y no de un bichito como pensaba.
    
    —Creo que tienes un bichito —dijo Dylan, abrí los ojos y sorprendida vi que dirigía la mano a mi entrepierna—. No es un bichito, sino una costra —añadió tras rascarme la rodilla con la uña.
    
    —Una costra te daría yo —murmuré lo que pretendía ser un pensamiento.
    
    Yo no supe si se trataba de una broma. Lo dejé pasar atacada de los nervios, porque mi primo se sentó a mi lado y el rubito en el otro banco frente a mí, con ...
«1234...»