1. Diario de un Prisionero III: la calma antes de la tormenta


    Fecha: 11/10/2018, Categorías: Incesto Autor: Anderson, Fuente: CuentoRelatos

    ... los rastros de saliva; le sonreíste a la nana para luego saludarla con un abrazo. Al salir de la casa el frío del ambiente me abrazó, mis dientes castañearon, las caladas de aire que expulsaba eran visibles, me miraste un momento y en segundos tus brazos me rodeaban. Habíamos caminado bastante y de un momento a otro te detuviste en medio de una extensión de pasto totalmente verde cubierto por algunas gotas de rocío alumbrado por los rayos de la luna; te miré intrigado me pediste que esperara ahí que no tardarías y eso hice. Llegaste con una canasta grande llena de cosas que podríamos necesitar. No pude evitar sonreírte mientras te ofrecía ayuda, te pregunté de dónde habías sacado lo que ahí tenías y te limitaste a decirme que ya lo habías colocado con anterioridad.
    
    Era el mayor de los gestos: una corta tela roja cubría el suelo, a su costado una botella de vino y dos copas, te besé un largo tiempo pero no podía ocultarlo tenia frío y lo notaste; te reíste un instante te dirigiste a la canasta y sacaste en un rollo de tela con unos cuantos troncos, organizaste el terreno para que el fuego no se extendiese todo estaba listo ¿y el fuego?; evitaba reírme mientras buscabas con qué iniciar la fogata: eres despistado ya lo sabía era de las cosas que más me divertía de ti, te levantaste colocaste tus manos en la cintura y me miraste apenado ‘plan B, amor’ dijiste en un suspiro resignado. Te alegrará recordar lo efectivo que salió el plan B: cogiste unas rocas y las golpeaste ...
    ... durante un tiempo, pero no daba resultado, seguiste con los palos, pero lo poco que intentabas era apagado por la ventisca de la noche, para esos momentos reía plácidamente logrando apenarte más… si eso ya era posible.
    
    ‘¿Y si lo intentas con esto?’ te dije, sacando un encendedor que guardaba en mi bolsillo, regalo de mi padre, suelo cargarlo todo el tiempo. Finalmente ‘encendiste’ la fogata y te recostaste a mi lado, me señalabas una que otra estrella, te amaba, de eso estaba seguro. Te arrodillaste y yo hice lo mismo, apoyamos nuestras frentes mientras jadeábamos, irónicos de encontrarnos en esta situación, tomaste mi mano y la enlazaste a tus dedos para luego llevarla a tus labios y besarla, ‘te amo, Pablo’ cerré un instante mis ojos permitiéndome sentir el tacto de tus manos desabrochar los botones de mi camisa, ‘te deseo’ el calor de la hoguera cubría parte del ambiente, las llamas realizaban contraste de luz en tu piel, tu palma se apretó a mi pecho y subiste hacia mi hombro retirándome en el recorrido la camisa; la miré caer para luego enfocarme en tu mirada.
    
    Bajaste tu mano por mis brazos hacia atrás dejando mi pecho desnudo a merced del ambiente, te acercaste para besarme el cuello tu lengua rozando en su recorrido mientras tus labios tomaban la saliva que mi piel le había robado a tu boca, suspiré, tus manos se apretaron a mi espalda en una caricia, con tu mano en mi pecho me invitaste a acostarme, no olvidaré la luz de tus ojos en esos momentos, te despojaste de la ...
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