Dulce Sara
Fecha: 02/10/2023,
Categorías:
Hetero
Autor: fernandobcn, Fuente: CuentoRelatos
... se introdujo desde mi nariz hasta mi entrepierna. Se me erizó el bello del cuerpo y noté el suave y breve despertar de mi miembro. Lo segundo, fueron sus grandes ojos azules que parecían querer comerse el mundo con una curiosidad infinita.
Como éramos unos caballeros, las invitamos a sentarse con nosotros y tomar algo. Cosa que aceptaron al instante. Rosa con una enérgica aceptación -¡Venga Vamos! Y Rosa en su estilo, con una leve sonrisa, movimiento afirmativo de su cabeza y una mirada entre tímida y melosa, dirigida especialmente para mí.
Por supuesto, me moví rápido y me senté al lado de Sara en el alargado banco. Nos trajeron cervezas y algo para picar, distribuyéndolo en la larga mesa, típica de un merendero.
Sara estaba junto a mí. Nuestras piernas a escasos dos centímetros de distancia. Podía sentir el reconfortante calor que desprendía todo su cuerpo y el embriagador aroma suave y femenino de su perfume, combinado con el caleidoscopio aromático del ambiente: fritura, churros, cerveza y el inevitable polvo en suspensión de la arena del suelo. Parecía como si todos estos aromas, mezclados, se hubieran confabulado, creando una cápsula espacio-temporal que nos aislaba de los demás.
Mientras hablábamos y nos conocíamos, se mostraba más abierta y risueña, desplazando su arqueado cuerpo, sobre el banco, al compás de sus carcajadas. Sus brazos eran finos y delicados, con unas pequeñas y huesudas manos, que acompañaban sus palabras como alegres mariposas en el ...
... aire. Mientras hablaba, aprovechaba para mirarla con todo detalle y detenimiento, aislado de todo lo demás. Su nariz recta y pequeña, con los labios finos y una discreta barbilla. Su cara con forma de corazón.
Miraba como sus pequeños pechos, bajo su polo azul marino, marcaban sus pezones cuando se desplazaba, sobre el banco, hacia adelante y hacia atrás en sus sonoras carcajadas-parecía que se encontraba muy cómoda-. Observaba sus delgadas piernas, cruzadas una encima de la otra y esa preciosa “y griega” fruto de la intersección.
Me sentía en una burbuja de ensoñación placentera mientras la miraba y escuchaba su voz suave, alegre y más aguda cuando se reía. Mientras en mi cabeza seguía retumbando, de fondo, la canción del último de la fila, en un continuo sin fin.
Sin darme cuenta, me había tomado dos cervezas y sentía ganas de ir al lavabo. Le dije a Sara que iba al baño y que volvía enseguida.
Me levante notando un leve mareo conforme me incorporaba, que pasó nada más ponerme a andar en dirección a la barra, donde pregunté al camarero por el baño. Al fondo a la derecha, me dijo con una media sonrisa. ¿Qué fondo? Pregunté yo -si estábamos al aire libre-. Allí, me indicó con la mano y con un gesto más serio.
El lavabo estaba en un lateral del establecimiento. Era de uso común tanto para chicas como para chicos.
Me dirigí rápidamente para acabar cuanto antes y volver con Sara.
No estaba mal, pensé, para ser el baño de un chiringuito. Era relativamente ...