1. La mamá de Joaquín, Cap 2


    Fecha: 11/10/2023, Categorías: Hetero Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos

    ... molesta pasar etapas de semanas sin sexo. Puedo vivir tranquilamente sin eso. Pero tres meses es demasiado. Y cada vez que le insinúo a Rubén que necesito que me haga el amor, inventa una excusa para no satisfacerme.
    
    Por primera vez en mi vida siento la necesidad sexual a flor de piel. Cada hombre que me toca la bocina en la calle, cada abogado que me tira onda en los pasillos de tribunales, cada tipo que me invita a salir cuando me cruza por la calle, es una oportunidad para apaciguar esta calentura, que cada vez es más incontrolable.
    
    Pero yo no soy así, nunca le haría eso a Rubén. Sin embargo, siento que mis hormonas se están despertando de la misma manera que debieron haberse despertado hace diecisiete años. Rubén, a cambio de una familia y una vida apacible, me había arrebatado la adolescencia. Pero ahora ya no tenía ninguna de esas cosas por las que acepté alegremente aquel sacrificio. Y como consecuencia, la chica adolescente, llena de curiosidad y lujuria, empieza a asomarse, cada vez con mayor insistencia.
    
    Por las noches, cuando ya no puedo más y necesito desahogarme, mientras Rubén está trabajando, llevo dos dedos a mi sexo, el cual siempre encuentro empapado. Me acaricio el clítoris con la otra mano mientras meto y saco los dedos enteros, hasta alcanzar un liberador orgasmo.
    
    Anoche hice lo mismo. Pero lo que me está sucediendo desde hace un par de días, a diferencia de los primeros tiempos de la abstinencia, es que no me alcanza con la estimulación ...
    ... física. Necesito recordar a algún que otro hombre por el que siento alguna atracción. Me los imagino, quitándome la ropa, arrancándomela, tratándome de manera brusca, casi violenta.
    
    Ayer imaginé al abogado carilindo del estudio Goldberg, poseyéndome con salvajismo. Yo, en cuatro, transpirada y jadeante recibía la enérgica verga del tipo. Imaginé también al verdulero de manos callosas, que siempre me mira como un degenerado, sin siquiera disimularlo. Fantaseé con que lamía cada rincón de mi cuerpo con esa lengua babosa, que siempre le veo, porque tiene la costumbre de mantener la boca abierta.
    
    Recordé a los repositores del supermercado, tres pendejos recién salidos de la escuela, que siempre se dan vuelta a mirarme, cuando creen que yo no me doy cuenta de que lo hacen. Los metí en mis fantasías. Los tres me daban sus vergas al mismo tiempo. Una en cada orificio.
    
    Y por último, antes de acabar, cuando ya tenía todos los músculos tensionados, sin haberlo premeditado, me vino a la mente aquel pendejo maleducado que había lastimado a mi hijo. Era morocho, de pelo corto. De estatura baja, con los hombros anchos y los pectorales y brazos musculosos. Su mirada era intensa, y a pesar de tener sólo uno o dos años más que Joaco, parecía todo un hombre. Lo imaginé entrando a casa sin permiso. Me pondría contra la pared, me levantaría, despacito, la pollera, mientras yo le rogaba que no me lastimara. Y luego me enterraría esa enorme verga que yo suponía que tenía, ya que, de reojo, con ...
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