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Deseo renacido
Fecha: 08/11/2023, Categorías: Infidelidad Autor: Gargola, Fuente: CuentoRelatos
Daila balanceaba la cabeza con presteza de cara a arrancarle el último orgasmo a su cliente. Le miró a los ojos mientras engullía su miembro. Prisco le devolvió una mirada pasional que se extravió por los senderos del placer. Su boca se desencajó liberando un lamento que anunciaba el inminente orgasmo, pero éste se vio truncado por la cruda realidad. Abrió los ojos y contempló su erección manifiesta, incluso dolorosa, pero Daila no estaba. Era Marisa la que dormía plácidamente a su lado. Una respiración pausada y profunda, a la vez que sonora así lo confirmaba. La contempló un instante en la penumbra y sintió la necesidad de penetrarla. Hacía tiempo que no la deseaba, pero dada su excitación, la encontró más atractiva de lo habitual. Observó su pronunciado trasero cubierto por la fina tela de sus bragas. Se acercó a ella, hizo la prenda a un lado, posicionó el miembro erecto a la entrada de su vagina y la penetró con determinación. Marisa balbuceó alguna inteligible palabra e intentó zafarse. Una mano sujetó con firmeza su trasero y la otra la cogió del pelo. El placer tomó las riendas de sus sentidos y empezó a culear ante las acometidas de su esposo. Los gemidos se amplificaron y el ritmo se volvió frenético llevando a ambos conyugues a compartir un intenso clímax como antaño. Marisa se dio la vuelta, sonrió con devoción, le dio un beso a un marido jadeante, después fue a lavarse. Mientras, éste la contemplaba ahora sin un ápice de deseo. Era Daila la que se ...
... adueñaba de sus apetitos, pese a ser un sexo de pago y pese a albergar un deseo que probablemente no era compartido, aunque quería pensar que sí. Ya no pudo conciliar el sueño, inmerso en unos delirios en los que imaginaba una realidad distinta de la que ella formaba parte. No obstante, ese imaginario “mundo feliz” no dejaba de ser una utopía y su circunstancia era bastante más terrenal. Su condición de detective era un hándicap para sus quimeras. Reiteradas veces intentó terminar con una relación que hacía aguas de unos años aquí. El entusiasmo sexual en la pareja se había esfumado. El deseo fue sustituido por el rechazo y era la apatía la que se había instaurado en la relación con el paso de los años, por eso, cuando conoció a Daila su pasión retornó haciéndole sentirse vivo de nuevo. Con Daila gozaba del mejor sexo que podía haber imaginado jamás. Con ella se explayaba sin tabúes, sin remilgos y con un placer inigualable que él quería pensar que era recíproco. Todo iba implícito en ese acuerdo tácito en el que ella se lo daba todo por un precio que él estaba dispuesto a pagar sin cuestionarlo. Le hubiese gustado que las cosas fuesen de otro modo, pero eran como eran y había que aceptarlas, o con todo, intentar cambiarlas. Su hija de diez años constituía otro obstáculo a la hora de tomar una decisión que pudiese quebrantar la confianza en su padre, por tanto, esa elección siempre era postergada en aras de un mejor momento. Prisco entró en el local. No le gustaba que le ...