1. Deseo renacido


    Fecha: 08/11/2023, Categorías: Infidelidad Autor: Gargola, Fuente: CuentoRelatos

    ... impertérrito. El chulo le devolvió la mirada desafiante y Prisco salió del lugar sabedor de que conocía más de lo que contaba, por eso tenía que encontrar el modo de hacerle hablar.
    
    No podía alejar de su cabeza a Daila. Soñaba despierto, pero lo novedoso era que no se había percatado hasta su ausencia de que no sólo la deseaba, sino también fue consciente de lo mucho que la echaba de menos, y no sólo por el buen sexo. El rememorar sus labios abrazando su miembro mientras soltaba su carga en la boca, le provocó una erección. Pensó en aprovechar el momento y disfrutarlo con su esposa, en cambio esta vez optó por irse al salón. Se sentó en el sofá, se bajó los gayumbos, cerró los ojos y dejó volar su imaginación evocando cada momento vivido con Daila. Aferró el tronco, lo apretó con firmeza e inició su masturbación despacio para ir acelerando el ritmo paulatinamente a medida que se teletransportaba a su lado y el placer se intensificaba hasta hacer salir el semen a borbotones, esparciéndose por su pecho entre espasmos y gemidos amortiguados.
    
    Tras la descarga, su miembro se deshinchó y la excitación desapareció, pero no su desasosiego. Tardó horas en poder conciliar el sueño y en ese intervalo decidió tomar cartas en el asunto, usar su estatus e investigar por su cuenta. Buscó la dirección del local y averiguó que el fulano se llamaba Cornel. Husmeó también en sus datos fiscales para comprobar donde vivía. Vio que su negocio estaba registrado como pub o bar de copas, sin ...
    ... hacer mención a nada que tuviese que ver con la prostitución. Tenía dada de alta a una camarera en la Seguridad Social y Prisco dedujo que era una tapadera.
    
    Mintió a Marisa diciéndole que estaba en un caso para justificar sus reiteradas ausencias nocturnas. No era la primera vez que lo hacía, pero sí era la que más tiempo pasaba fuera de casa. Después de seguir al sujeto con cara de pocos amigos durante varios días sin obtener pista alguna, decidió cambiar de estrategia, de modo que optó por usar métodos menos ortodoxos, puesto que no tenía elementos, ni armas, ni pruebas para interrogarlo, ni siquiera motivos que justificaran una interpelación.
    
    Eran las dos y media de la madrugada. La lluvia repiqueteaba en el parabrisas del coche. Prisco se había envuelto en una manta para atemperar su cuerpo. El frío estaba haciendo mella en sus huesos resucitando una antigua lesión que arrastraba de años y con el exceso de humedad resurgía como el Ave Fénix para reclamar su atención. A pesar de la baja temperatura, empezaba a acusar el cansancio, por lo que los ojos se le iban cerrando sin que pudiera evitarlo. Ya no era el mismo de antes, cuando pasaba horas a la espera de su presa sin desfallecer.
    
    —Necesito un café, –se dijo, pero a esas horas los locales que había abiertos sólo servían bebidas alcohólicas.
    
    El frío le increpaba y aquella era una noche gélida, de manera que no tuvo más remedio que encender el motor para poner la calefacción y entrar en calor. Al poco tiempo ...
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