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Deseo renacido
Fecha: 08/11/2023, Categorías: Infidelidad Autor: Gargola, Fuente: CuentoRelatos
... salieron las chicas y detrás el chulo. Dos de ellas tomaron un camino y la tercera se quedó con él. El proxeneta cerró con llave el local, seguidamente bajo la persiana, cerró también con llave y puso un candado. Prisco apagó el motor, salió del vehículo lo más sigiloso que pudo y se aproximó intentando no delatar su posición. La lluvia mitigaba el sonido de las pisadas, lo cual era de agradecer porque a esas horas de la noche la calma era absoluta. Cornel hablaba con la fulana y Prisco esperó agazapado en una esquina a la expectativa hasta que vio que la abofeteaba. Imaginó que era su modus operandi cuando pretendía amonestarlas o reprocharles algo. O quizás necesitaba pegarles para descargar su frustración, o quien sabe si para sentirse más hombre. No era el momento que había pensado para intervenir, pero dadas las circunstancias se apresuró intentando no delatar su presencia. Cuando ya estaba a diez metros, el proxeneta volvió a abofetear a la chica y cuando iba a repetirlo, Prisco le cogió la mano al vuelo y se la estampó en su propia cara, rompiéndole el tabique nasal. El fulano se cogió la nariz aquejado por el dolor, a la vez que lanzaba toda clase de improperios sin saber a quien, puesto que todavía no había reconocido a su agresor. Prisco le hizo una señal a la chica para que se largara y ésta permaneció un instante confusa para después perderse en la noche. Al reponerse del golpe traicionero, fue cuando reconoció al cliente de su local que volvía a cogerle de ...
... un brazo empujándolo hacia un descampado. —¡Ven conmigo capullo! —le obligó el inspector mientras lo arrastraba bajo una intensa lluvia que empapaba a ambos por igual. En el descampado había una caseta que utilizaban los albañiles para dejar material de obra. Prisco echó la puerta abajo y entró empujando al fulano hacia adentro. —Espero que el hecho de coger una pulmonía sirva para algo. ¡Joder! –maldijo sacudiéndose el agua de su chaqueta como si eso sirviese para algo. —¿Qué coño quieres de mi? —preguntó el chulo intentando detener la hemorragia con sus manos. —Creo que no has sido sincero conmigo. —¿Quién eres tú? No sé donde está Daila. Déjame en paz. Voy a llamar a la policía, —le advirtió. —No hace falta, —contestó Prisco enseñándole su placa. —¿Eres poli? Serás cabrón… —No digas palabrotas, —le advirtió Prisco al tiempo que le estiraba la nariz y se la retorcía. —Hijo de puta, —gritó el proxeneta. —Si dices mentiras te crece la nariz, ¿te das cuenta? Y si no me dices lo que quiero saber te la arrancare de cuajo, ¿entiendes lo que te digo, gilipollas? —Estás acabado. Mañana pondré una denuncia, —balbuceó intentando recobrar un ápice de dignidad. —¿Crees que alguien va a creer la palabra de un chulo de putas antes que la de un condecorado policía? —Un condecorado y honrado policía que seguramente deja a su mujer en casa para irse de putas, —aseveró esbozando una pérfida sonrisa que se camuflaba en su ensangrentado rostro. Prisco ...