Marta la sirvienta: relatos de fetichismo y sexo
Fecha: 16/11/2023,
Categorías:
Fetichismo
Autor: elzorro, Fuente: CuentoRelatos
Marta sacó las llaves del bolso y abrió la puerta de su pequeño piso. Eran las 12 de la mañana y acababan de despedirla.
"Al menos no tendré que usar estos zapatos de tacón que me muelen los pies"
Marta, 19 años, era una chica que medía metro cincuenta y seis, pelo liso y largo de color negro, delgada, buena figura en la que destacaba un culito redondo y respingón y unos ojos expresivos de color oscuro.
Entró en el cuarto de baño, se quitó la camisa y comenzó a echarse agua en los sobacos mientras contemplaba sus pequeñas tetas enfundadas en un sujetador de color rojo bermellón.
Tenía dinero para un par de semanas.
Pensó en pedirle pasta a su madre, pero desechó la idea de inmediato, había tomado una decisión tan solo hace unos meses y no quería volver a casa bajo la férrea disciplina de su padrastro. Aquel hombre quería a su madre y su madre disfrutaba con su compañía, pero con ella no se llevaba bien. La consideraba una caprichosa y una vaga.
Poco después de cumplir los 18, y habiendo aprobado sin demasiadas florituras, decidió comenzar enfermería en la universidad. Siempre le había llamado la atención ese mundo especial dónde el médico tenía el poder de curar. Se acordaba de su tío, que llevaba un pequeño consultorio en un pequeño pueblo. Allí acudían todo tipo de personas y él las auscultaba. Naturalmente, lo que más la llamaba la atención eran las inyecciones, daban miedo. Pero ese miedo se había convertido en morbo cuando un hombre de mediana edad ...
... había ido a que le pincharan en la nalga. Ella había estado allí, acompañando a su tío, pasándole el algodón empapado en alcohol, observando los nervios del paciente, la bajada de pantalones, su sumisión.
Sin embargo toda esa pasión no se había convertido en capacidad para el estudio. Era vaga, en eso tenía que dar la razón a la pareja de su madre.
Aquella tarde, cuando recibió las notas y los suspensos, su padrastro le gritó diciéndola que le estaba robando el dinero, que era incapaz de estudiar, la llamó de todo y le dio un guantazo. Pero la cosa no quedo ahí, por primera vez, se quitó el cinturón. Marta salió corriendo y se refugió en su habitación, desoyendo las ordenes de la pareja de su madre que le pedía salir. Sentada en la cama, oyó como su madre trataba de hacerle entrar en razón, pero esta vez no funcionó e incluso llegó a amenazarla con una paliza si continuaba metiéndose en medio.
Finalmente, temiendo por la integridad de su madre que no tenía culpa alguna y armándose de valor, quitó el cerrojo del cuarto. El hombre, enfurecido, entró en la habitación. Marta recordaba sus brazos, la camisa de cuadros arremangada y el bulto en su pantalón. El muy cabrón se excitaba con todo aquello. Ordenó a Marta arrodillarse en la cama e inclinarse hacia delante y le pegó reiteradamente con el cinturón en el trasero y en los muslos. Su madre se interpuso, le dijo que ya era suficiente y él dejó el cinturón y salió con ella. Desde la cama, con sus nalgas al rojo vivo, Marta ...