1. Qué fácil entró, veremos cómo sale


    Fecha: 02/12/2023, Categorías: Infidelidad Autor: suruminga, Fuente: CuentoRelatos

    ... guardaron cuando se interrumpió el juego”.
    
    Mi respuesta fue tomar a Luis del cuello haciéndolo caer hacia atrás junto con la silla y, aprovechando el aturdimiento provocado por el golpe, le di dos patadas en el abdomen dejándolo sin aire en el piso. De su bolsillo saqué la bombacha de Selene y se la tiré a la cara.
    
    —“Lo que ellos hagan no me importa. Vos recuperá lo tuyo y ponelo en su lugar que nos vamos. Se me pasaron las ganas de saborear ese postre que tanto me gusta”.
    
    A partir de esa noche, y mientras maduraba mi venganza, corté todo contacto salvo lo imprescindible, y eso haciéndole notar lo que sentía por ella, que se traducía en odio y asco.
    
    Ignoro la razón del fenómeno pero se da con muchísima frecuencia. El varón que participa del engaño pretende ser mejor que el engañado, y eso en todos los aspectos, empezando por la magnitud del miembro, apostura, simpatía, ternura, destreza en la cama, manejo de la lengua, lograr mayor satisfacción en la hembra y, como una especie de culminación, una cierta diplomatura en la relación infiel, ocupar el lugar del cornudo en la cama matrimonial.
    
    Pensando que Luis, en su calidad de aprendiz de homínido, estaría entre esos que afianzan su personalidad menguando la de otro, me dediqué a exacerbar en mi mujer el deseo de vengarse del maltrato recibido. Si estaba en el baño, aunque fuera en plena defecación, abría la puerta de un golpe y la sacaba a empujones «Fuera puta, que necesito ducharme»; o mientras cocinaba ...
    ... «Movete ramera descerebrada que no puedo perder tiempo por tu culpa, o preferís que te acelere a golpes». De esa manera fui haciendo crecer la inquina durante cinco días. El jueves le avisé que al día siguiente me iría por todo el fin de semana a la casa de un primo, pues había reunión de pesca con un grupo de amigos. En realidad el que viajó fue mi celular y así todas las antenas del camino registrarían mi paso.
    
    Después de contratar una empresa de seguridad para que, de manera encubierta, vigilara mi casa me fui a casa de mi hermana. El encargo a los contratados era que debían informarme de inmediato cualquier movimiento de ingreso o salida. Así fue como, el sábado a la noche, me enteré de la entrada de tres hombres y dos mujeres, dando por resultado mi encuentro, en la cocina, con Raúl.
    
    Tenía ante mí un tipo en la treintena, algo más bajo que yo, muy flaco, de facciones comunes y teniendo el reloj pulsera como única vestimenta. Lo ciertamente destacable es que no tenía una pija, sino una semejante poronga estando en reposo. Erecta y horadando debía provocar estragos. Entre ambos hay una cordial relación profesional y comercial. Le proveo insumos y asesoramiento en el sistema informático de su negocio.
    
    —“¡Madre santa! ¡Dónde me metí! Nosotros somos amigos de Luis y Clara y desde hace tiempo hacemos intercambio de parejas. Ayer nos llamaron invitándonos a participar con ellos y una pareja más. Pensamos que Selene y Pedro eran el matrimonio dueño de casa. Hace una hora que ...
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