1. Mientras mi esposo hacía deporte


    Fecha: 07/12/2023, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... meta.
    
    Entonces le oigo escupir de un modo desconcertantemente explícito y, seguido, siento el húmedo frescor de su glande en la entrada de mi sexo. Cuando vuelve a empujar para adentrarse en mí, aprecio esa humedad extra que mi coño tanto agradece.
    
    Me sujeta por la cintura mientras su vaivén va ganando profundidad, hasta que la inercia lo empuja a follarme, y sus manos abandonan la seguridad de mis caderas para trepar por mis brazos y enredarse entre mis dedos. Es paciente, me folla de un modo sublime, profundo y enérgico. Sus toscas manos no se detienen bajo el jersey, suben por mi espalda en busca del broche del sujetador y, sin pérdida de tiempo, van hacia mis pechos, que le aguardan con impaciencia.
    
    No llego a saber si son sus manos o su deseo lo que hace que se me suba el sujetador, pero no me quejo, ni mucho menos. Sé que tiene que ser así, rápido, furtivo, estremeciéndome apenas desnuda al compás de sus embestidas, tratando de condensar la acción de su sexo para moldear mi orgasmo.
    
    Quiero evitar las odiosas comparaciones, pero… ¡Qué duro está…! Y qué fuerte. Hacía tanto que no… Cuanto echaba de menos que…
    
    ¡Ogh!
    
    No es mejor ni peor, simplemente es el que deseo, el que mi cuerpo necesita. Es evidente que sabe lo que hace. A pesar del intenso comienzo, percibo el control que tiene de sí mismo. Puede que su ariete siga arremetiendo con la misma cadencia, pero me doy cuenta de que ha empezado a regular sus fuerzas.
    
    Flexiono la espalda, me doblo ...
    ... obligándole a retroceder. Escucho el inmoral golpeteo de la hebilla de su cinturón contra el suelo. Son sus manos las que, agarrándose a mis caderas, me alertan de que se avecina la tormenta.
    
    No tengo donde sujetarme, y sus fuertes envites me hacen estremecer una y otra vez. Me la clava hasta el fondo. Literalmente, siento que va a entrar en mi útero. Sabe que no voy a resistirme y va a tomarme completamente, toda entera.
    
    Mientras decido si pedir demás o rogar de menos, mi boca no deja de jadear. Él me sacia, me colma, pero son mis fluidos íntimos los que se derraman en torno a su miembro. Conozco mi cuerpo, vivo en él. Mi vagina se ha adaptado a su polla y empieza a dar señales de que algo maravilloso me va a pasar.
    
    Por si no tenía suficiente, una mano se desliza entre mis piernas. Sus dedos revuelven mi placer más allá de lo que mi clítoris está dispuesto a tolerar. No sólo intuyo el orgasmo, es que no hay nada más.
    
    ¡Sí! ¡Sí...! ¡¡¡AAAAAAAGH!!!
    
    Jadeo, convulsiono, me tenso… Me estoy corriendo, es espantosamente evidente. No lo anuncio, es mi cuerpo el que me traiciona. Hay temblores, sacudidas, fluidos que escapan, gotas que caen... Veo, mortificada, el charquito que acabo de dejar sobre su tarima. “¡Qué va a pensar de mí!”
    
    Pasa el tiempo, pero aún me siento inestable de los pies a la cabeza. Sigo ofuscada a causa del orgasmo y agradezco que él se haya quedado inmóvil, que me haya proporcionada el tiempo que necesitaba para regresar del paraíso. Es agradable, ...
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