Mientras mi esposo hacía deporte
Fecha: 07/12/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... además, sentir que sigue muy duro y muy dentro de mí.
Toda mi entrepierna está mojada, y también el interior de mis muslos. De pronto es como si únicamente mi sexo supiese qué está ocurriendo. Sí, me está follando otra vez.
— Joder —murmullo, sin saber lo qué quiero o dejo de querer.
— Te está gustando, ¿eh, preciosa?
Le concedo otros 10 puntos por lo de “preciosa”.
— Para un momento, por favor.
El tipo tiene aguante, amén de un inaudito autocontrol. Sin embargo, tengo la necesidad de hacer algo, de dejar de ser como un juguete en sus manos.
Le hago retroceder. Ahora es su espalda la que está apoyada contra la pared del pasillo. Al principio, mis empujones hacia atrás son comedidos. Luego toma mis tetas y me las estruja, y dichos empujones se tornan descarados y enérgicos. Mi reciente orgasmo hace que sienta amplificadas cada una de mis idas y venidas. Mi vulva abierta, mi carne abrazando su tronco, la fricción que…
¡OH! ¡MALDITA SEA!
Me da rabia lo poco que he tardado en licuarme de nuevo. Me corro sin tantas estridencias como antes, aunque teniendo que apretar las piernas para resistir de pie. Tras unos breves instantes de quietud, lo vuelvo a intentar, pero es inútil. Unas pocas idas y venidas, me enrosco en su miembro y me vuelvo a estremecer sin remedio.
— No dejo de correrme —confieso con frustración.
— Ya veo.
Después de sacármela despiadadamente, me voltea para darme un beso que tenía más de mordisco que otra cosa. Nunca he sido ...
... de llevar la cuenta de los orgasmos, pero esta vez no habría podido aunque hubiese querido. El coño me palpita, y lo peor es que no he sido capaz de hacerle eyacular.
— ¡AH! —grito cuando me obliga a ponerme de rodillas.
Me quedo paralizada unos instantes ante la visión de su miembro. Me siento como una ardilla al descubrir que hay una serpiente acechándola, sólo que en este caso será la pequeña ardilla la que habrá de tragarse a la gran serpiente.
Tiene una polla preciosa, y no porque sea imponente, sino porque es bonita. Tan recta, tan uniforme, con un glande tan provocativo…
— ¡Vamos, acaba! —exige, viendo que me había quedado embobada.
Antes de ponerme a chupar, utilizo las manos para retirar mis fluidos de su miembro. Me aparto el pelo y comienzo. Aunque siento el sabor de mi sexo inundar toda mi boca, sé que a no tardar éste irá diluyéndose gracias a mi saliva.
Entra bien, pero la punta de mi nariz aún está lejos de su pubis cuando siento la arcada. Al menos me deja hacer, lo cual agradezco con un cabeceo lento y chupando con delicadeza. Esto se me da bien, o eso es lo que dice mi esposo. Así que lo hago a mi manera, poniendo todo mi esmero, chupando su pollón adelante y atrás con deliberada lentitud. Quiero hacerle perder la cabeza, igual que él ha hecho conmigo.
Le miro, y cuando veo que su gesto se tensa, entorno los ojos. Ahora soy yo la que se divierte. Chupar una polla es sumamente excitante, una nunca sabe hasta dónde puede llegar sin hacerla ...