1. Adúltera


    Fecha: 10/12/2023, Categorías: Infidelidad Autor: Gargola, Fuente: CuentoRelatos

    Un ruido activa mis alarmas. Quizás es mi imaginación, quizás algún animal buscando su sustento nocturno, aunque lo más probable es que sean los nervios, fruto de mi insensato proceder. Intento vislumbrar algún movimiento sospechoso a través de la negrura de la noche. No se distingue nada. La oscuridad es total y la condensación del cristal del coche tampoco ayuda demasiado. Los bramidos del joven instalado en mi retaguardia arrinconan mis miedos, por lo que me centro en el placer de la verga que me embiste con fiereza una y otra vez.
    
    Tengo unas profundas ganas de orinar conforme el goce se va intensificando. Una contundente y sonora palmada en mi nalga derecha estimula el morbo. El muchacho se deshace en elogios hacia mi persona mientras brama y gime. Parece que esté poseído por satán, pues sus caderas se mueven con cadencia vertiginosa en un intento de que la polla se me clave hasta el tuétano.
    
    Empiezo a culear en busca del clímax al tiempo que mi empotrador sigue percutiendo en las profundidades de mi útero. Mi dedo corazón se une a la fiesta friccionando el pequeño nódulo y en pocos segundos una corriente eléctrica emerge de mi columna vertebral, ramificándose por las terminaciones nerviosas. Mis pezones se enderezan, mi respiración se acelera, mis pulsaciones también y una ráfaga de placer invade mi sexo traduciéndose en gritos y bramidos que escapan de mi boca, seguidos de una sucesión de gemidos de menor intensidad durante veinte interminables segundos. Después ...
    ... me quedo quieta con unas terribles ganas de orinar, pero no quiero ser una aguafiestas.
    
    El muchacho extrae su miembro palpitante y pringoso. Se sienta mostrándomelo en toda su magnitud. Me posiciono a su lado, aferro la enhiesta polla y lo masturbo. Me gusta su verga, su dureza, su tamaño y su vascularización. Aunque también me gusta su cuerpo lampiño y fibroso. Le acaricio el pecho y bajo mi mano hasta su abdomen, a la vez que con la otra aumento la cadencia de la paja. Me mira a los ojos. Se acerca a mí. Nuestros labios se pegan y su lengua se enrosca a la mía como la tuerca lo hace en el tornillo. Su cuerpo se tensa levantando sus caderas en un afán de perforar el aire. Abandono el beso y me deslizo hacia abajo. Mis labios abrazan el tronco y de inmediato la leche inunda mi boca mientras el joven se retuerce y gime de placer. Mi boca se deshace del falo antes de que me ahogue y un latigazo de semen se estampa en mi cara dejando su impronta en forma de “Z”, como si fuese el zorro. Otros dos trallazos se pierden en el habitáculo y tres más de menor intensidad se desparraman en su abdomen. Paladeo la viscosa sustancia. Su sabor es salado y un tanto acidulado, pero me lo trago igualmente.
    
    Izan me observa con regocijo y me doy cuenta de que aún tengo su polla en la mano cuando ésta empieza a perder la consistencia. La suelto y busco los kleenex entre los enseres de mi bolso.
    
    —Ha sido maravilloso. Eres una mujer increíble, —me dice. ¿Lo soy? Hace unas horas estaba segura ...
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