La visita inesperada
Fecha: 26/12/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Chicles, Fuente: CuentoRelatos
Tu esposo había ido a visitar a sus padres y se había llevado consigo a tu hijo. Te habías quedado en el país pues aún te faltaba presentar un examen para concluir el ciclo escolar y los alcanzarías una semana después. Ese viernes terminé mi trabajo temprano y me fui a casa a descansar del duro ajetreo que había tenido desde el lunes. Después de comer, me senté a leer y disfrutar de la paz que me ofrecía la cadencia sedante de la lluvia que empezó a caer. Al poco tiempo, cuando más nutrida era la caída del agua, escuché los fuertes toquidos que diste en la puerta. Al ver hacia fuera, miré tu cara, el agua escurría en ella con abundancia y me apresuré a abrir. Después de un breve saludo te dirigiste al baño, para secarte. En tanto te encontrabas ahí busqué unas ropas secas —solamente acerté a darte una playera, además del saco y el pantalón de una pijama mía—, las cuales te ofrecí apenas las tuve en mis manos. Cerraste la puerta y te desvestiste, y yo me puse a secar el charco de agua que habías dejado en la sala al entrar. Te secaste el cuerpo. Te pusiste las prendas que te había dado. Cuando saliste, miré que habías hecho un turbante con la toalla enrollando tu cabello en ella; te pusiste la playera bajo el saco de la pijama, pero sin abotonarlo, y del pantalón sólo un botón de la cintura pasaste por el último ojal, tratando, sin lograrlo, que no te quedara tan flojo. Al mirar tus pies desnudos me apresuré a darte unas pantuflas.
El agua seguía cayendo y prendí las luces ...
... cuando empezó a oscurecer. Me preguntaste si podías poner café y, sin esperar mi respuesta, te fuiste a la cocina para poner un recipiente con agua en la estufa. En el momento que diste la vuelta miré que algunos vellos te salían de la bragueta de la piyama, la cual no habías abotonado, y comprendí que te habías quitado toda tu ropa, lo que comprobé más tarde, cuando entré al baño, vi que la habías colgado para que se secara, incluidos el brasier y la pantaleta, en unas ganchos que estaban en el tubo de la cortina de la ducha.
Al calor de la charla y el café te sentiste muy confortable, pusiste el brazo sobre el respaldo del sofá y el saco se abrió más, dejando ver cómo tus pezones se marcaban en la tela blanca de la playera. Cruzaste una pierna sobre la rodilla y se abrió también la parte delantera de la piyama, mostrando con generosidad tu pubis.
Según tu explicación, querías aprovechar ese fin de semana para estudiar, pero no querías marcharte de vacaciones sin agradecerme que te hubiera impulsado a seguir estudiando e informarme sobre las calificaciones altas que habías obtenido en todas las materias que hasta ese momento ya tenías concluidas. Aunque sonaba plausible lo que decías, no me explicaba por qué habías escogido esa hora para tu visita, viviendo tan lejos y sin hablarme antes por teléfono.
No me extrañaba tu falta de preocupación por la indumentaria provisional, ni tampoco que te comportaras con la misma libertad de movimientos como lo hubieras hecho con ...