1. La visita inesperada


    Fecha: 26/12/2023, Categorías: Infidelidad Autor: Chicles, Fuente: CuentoRelatos

    ... tu ropa normal. Incluso un par de veces te había visto con un negligé transparente. La que mejor recordaba era la que estando en tu casa ya habíamos terminado tres botellas de vino blanco, tú y Rubén, tu esposo, estaban muy excitados, él te acariciaba bajo la mesa y se besaban con furor. “No”, escuché que dijiste, seguramente porque metió su dedo en tu vagina, y levantaste tu mano para pegarle con la pantaleta, la cual no sabía que hacía unos minutos te habías quitado, imagino que para complacerlo cuando te pidió susurrándolo a tu oído junto al beso que te dejó en la oreja, al no poder hacerlo después de muchos intentos. “Ah que magnífico es el amor de los jóvenes”, dije en aquella ocasión levantando mi copa. “Salud, porque ya me voy, sigan felices” concluí al levantarme. Pude ver tu triángulo cuando ustedes también se levantaron para despedirme, pero en el pasillo los empujé para que se fueran a su recámara. “Conozco el camino” dije y él te cargó rumbo al lecho.
    
    Esta vez, lo que me molestaba era el choque que sentía entre nuestra confianza y mis impulsos sexuales al ver tu belleza acentuada en esas ropas. Te quitaste la toalla, sacaste un cepillo de tu bolsa y comenzaste a pasarlo por tu lacio cabello negro.
    
    —No sé para qué me lo seco, si al rato vuelve a llover. ¡Cómo quisiera no tener que salir otra vez a mojarme!
    
    —No hay problema, yo te llevo a tu casa a la hora que necesites. Te doy una camisa, un suéter, pantalones, calcetines, lo que sea necesario, para que ...
    ... te lleves puestos —dije sin tratar de indagar si tenía doble intención lo que habías expresado. Varias veces te habías quedado en mi casa, pero siempre con tu esposo, así que no quise ofrecerte alojamiento esta vez si él estaba lejos.
    
    —No. No sé cuándo te los podría devolver. Al rato trato de secar mi ropa con la plancha —te apresuraste a contestar—. Además, no quiero que por mi causa tengas que ir tan lejos, salir de aquí, tan calientito que está... —concluiste quitándote las pantuflas para subir los pies al sofá. Algunos de tus vellos quedaron fuera del pantalón, marcando una línea negra sobre la ropa.
    
    —No será molestia, al contrario, será un placer servirte —dije sin más intención, pero tus ojos azules me miraron con ternura y tu sonrisa dejó ver que el placer podría tener mejores formas de concretarse.
    
    Después de ese diálogo repleto de negaciones y negativas, comprendí lo que sí esperabas de mí, pues te volviste a poner de pie, me tomaste de las manos y con gran regocijo me pediste que me parara.
    
    ¡Levántate, quiero abrazarte, me da mucha alegría verte! —expresaste y sin necesidad de más preámbulo me abrazaste.
    
    Me diste sonoros besos en sendas mejillas antes de que tu boca asaltara a la mía, penetrando tu lengua para probar mi sabor. Mis manos reaccionaron de inmediato y acariciaron tus curvas bajo la ropa. Sin dejar de sonreír, dejaste que mis caricias siguieran. Tus besos continuaron mientras que con las manos desabotonabas mi camisa y pantalón. Desnudos, ...
«1234...»