La visita inesperada
Fecha: 26/12/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Chicles, Fuente: CuentoRelatos
... cariño, pero quiero sentir tu lujuria, quiero sentirme mujer, sentirme mujer deseada y, tratándose de ti, usada...
Me quedé confuso, ¿tendrías problemas con Rubén? De ser así, ¿esto sería una venganza? En realidad no pensaba eyacular dentro de ti, aunque tres años atrás me dijeron que los anticonceptivos les fallaron y por eso te habías embarazado, no estaba seguro qué método llevaban, si es que ahora llevaban. ¿Y si es venganza y quieres que sea completa? En esos pensamientos estaba y aunque mi mano continuaba tratando de enjugarte el pecho, el pene se me puso flácido.
—¿Qué pasa? ¿No te gusto como mujer? preguntaste al sentir fuera mi verga.
—Eres muy linda. No me he venido porque antes quiero dejarte exhausta. ¿No temes un embarazo?, pregunté a bocajarro.
—No creo que otra vez fallen las píldoras, pero, por si las dudas, también uso un DIU —aclaraste antes de bajar tu rostro hacia mi vientre.
Sentí tu boca en mi glande, después siguieron el tronco y el escroto... En tus manos volvió a endurecérseme el miembro y te acosté boca arriba. Puse tus piernas sobre mis hombros y te penetré. Me moví con rapidez. Cerraste los ojos, apretaste la boca, después la abriste para gritar “así, así, sigue”, varias veces hasta que diste un grito agudo y abriste las piernas para bajarlas. Aproveché que las corvas de tus rodillas quedaron entre mis brazos para acomodarme y lamer tu sexo sin parar haciendo que tuvieras un par de orgasmos más y te penetré otra vez para llegar ...
... juntos a la extenuación. Te besé la frente antes de rodar a tu lado. Tu mano acarició mi cara y no dejabas de sollozar y decir “gracias”.
—Eres mejor que como te había soñado —expresaste cuando ya estaba yo medio dormido y tú respirabas normalmente.
—No sé qué habías esperado, pero debes saber que tu belleza y tus caricias vuelven macho a cualquier hombre.
—Te creo, aunque sólo he tenido posibilidad de ver esa respuesta de los dos únicos hombres a los que amo —afirmaste tomando mi mano y callaste de golpe cuando te escuchaste decirlo. Al cabo de unos segundos continuaste:— Sí, es verdad, a los dos los amo —dijiste mirando hacia el techo, como hablando para ti misma y volviste a quedar en silencio.
Al poco rato te hincaste para acariciar mi pecho y mi rostro, y comenzaste a decirme unos versos.
Al estarlos oyendo, de tu mirada se desbordó el azul que nos vistió y coloreó la noche. Tu voz, tus palabras y las caricias que recibía en todo el cuerpo, hicieron que me enamorara. Simultáneo al concluir el último verso subiste tu cuerpo al mío y me besaste.
—¿De quién son los versos?, están bellos —pregunté.
—Míos y los hice pensando en ti, ¿acaso sólo tú puedes decir cosas sentidas?
—Gracias, espero que también los pongas por escrito.
—Están por escrito en una breve carta que te traía, pero se mojó —te levantaste para ir al baño y al regresar traías una hoja cubierta en papel desechable— Quedó borroneada en azul y... ahora son dos —dijiste al quitarle el papel ...