1. Fantasía en tres actos (2)


    Fecha: 28/12/2023, Categorías: Infidelidad Autor: Vaquita, Fuente: CuentoRelatos

    Aunque en la oficina todos teníamos nuestro escritorio con computadora y había una sala para reuniones, cuando trabajábamos dos o tres simultáneamente en una tarea común, preferíamos utilizar alguna de las mesas de trabajo, y, como es frecuente entre Mario y yo trabajar en conjunto sobre algunos documentos, preferimos el uso de la mesa, relativamente alejada, aunque no separada de la zona de los escritorios. Allí, Mario se daba gusto acercándose para ver lo que yo tenía escrito, aunque lo que buscaba era ver mi escote, y a mí ponerme de pie y agacharme, supuestamente para señalarle algo, pero en realidad era para mostrarle más de lo que él admiraba. Varias veces me franeleó las tetas en las escaleras, o me besaba en el estacionamiento y me pedía que pasáramos a la segunda prueba.
    
    En otra ocasión, yo estaba ante su escritorio y, agachada frente a él le mostraba algunas notas; claro, mi escote lo invitaba a ver lo que a él le gusta de mí. Noté que su mano derecha estaba oculta bajo la cubierta, pero tuvo que sacarla para tomar la pluma y firmar una autorización que le pedí. Percibí en la mano el olor de su presemen, el cual me prendió y no pude reprimir una pregunta.
    
    –¿Qué estabas haciendo con la mano abajo? Tiene un olor característico de los hombres –precisé.
    
    –¿Qué te imaginas que hacía al ver el movimiento de tus tetas y una pisca de la areola? se me paró y me puse a jugar con el pene, el cual me saqué del pantalón–contestó sin inmutarse; firmó y bajó otra vez la ...
    ... mano pero ahora hizo movimientos ostentosos de estarse masturbando.
    
    –¡Mario, se van a dar cuenta los demás! –le dije en voz baja.
    
    –Pocas veces tengo la oportunidad de verte así y acariciarme lo que provocas –dijo volviendo a sacar la mano, mojada por el presemen y la pasó sobre la mía.
    
    Yo me llevé la mano a la nariz y luego me lamí la zona mojada, mirándolo toda arrecha y lamiéndome imaginando que se trataba de su glande.
    
    –Creo que ya debemos pasar a la segunda prueba. ¿Hoy nos vamos temprano? –le urgí.
    
    –De acuerdo, pero tú también traes auto –me hizo ver que lo podrían reconocer al entrar al motel.
    
    –Vamos a los hoteles que están a la salida de la ciudad, yo dejo el auto en la plaza comercial Perisur y de allí partimos en el tuyo –le dije de inmediato, pues ya lo había pensado antes varias veces para cuando se diera el momento.
    
    Así lo hicimos. Desde que me subí a su auto en el centro comercial, no pude resistir la tentación de acariciarle el pene, antes de que saliéramos del estacionamiento.
    
    –A ver, sácalo como le hiciste en la oficina. Quiero conocerlo –le solicité y me sorprendí de mi petición y el, con muchos esfuerzos se sacó la verga pues ante mi petición ya le había crecido bastante–. Ahora jálatela, como le hiciste allá –le pedí y Mario, volviéndome a sonar irreconocible ante mí misma, y se puso a chaqueteársela.
    
    Yo me lancé con la boca directo a probar el presemen que le goteaba. Mario se recargó en el respaldo y me dejó hacer los mimos que ...
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