Hada, el primer maduro
Fecha: 05/01/2024,
Categorías:
Transexuales
Autor: Ivanvorpatril, Fuente: CuentoRelatos
... depositar un suave beso en la piel desnuda del otro hombro y apoyando la cabeza en mi clavícula destapada y susurrarme al oído:
- Me gustas, te he visto mejorar mucho, de ánimo y de físico, estos últimos meses y me encanta la mujer en la que estás convirtiendo.
Creo que fue su timidez la que hizo que consiguiera soltarse cuando yo no le miraba.
Mi sonrisa que él no llego a ver porque le daba la espalda tuvo que rozar mis orejas a pesar del carmín. Sin dudarlo más pegué el culo a su polla y mi espalda a su pecho fuerte y solo giré la cabeza para besarlo.
Cogí sus manos para que las pusiera sobre mi vientre, cruzadas sobre el pircing, rodeando mi cintura. Mi lengua se enroscaba con la suya añadiendo saliva al deseo que ambos sentíamos.
- Eres la cosita más linda que he tenido nunca entre mis brazos. ¿Te vienes conmigo? Vente a casa.
- Te deseo. Te he deseado siempre.
- ¿No te importa lo que piensen los demás?
- Me da igual. Solo quiero estar contigo.
Le contesté. No me importaba, ni a él que nos vieran en esa actitud tan cariñosa. Sus manos empezaron a deslizarse por mi cuerpo, caricias suaves, tiernas que me enardecían aún mas. Aunque sus labios besaban mi cuello y hombros todavía no bajaba de mi cintura supongo que por un resto de complejo, aun así notaba su polla dura en mi culo.
Jugueteaba con el pircing rozando la piel desnuda de mi vientre. Lo deseaba, necesitaba ese pene duro que notaba en mi retaguardia en mi interior y se lo estaba ...
... haciendo saber. Empezábamos a montar todo un espectáculo lascivo en medio de aquel pub.
Así que me llevó a su casa sin soltar mi cintura en todo el camino, sin importar que alguien conocido nos viera. En el ascensor su lengua húmeda exploraba mi boca profundamente, mientras sujetaba mi culo con fuerza.
Ya ni le importaba que nuestros vecinos le vieran conmigo, la putita transexual del edificio. Mientras sus manos por fin se apoderaban de mis nalgas desnudas por el tanga bajo la pequeña falda.
Levantó la minifalda y al fin noté sus caricias en la piel de mis muslos. Su piso estaba desordenado, típico de un soltero, pero ni me dio tiempo a verlo, me llevó cogida de la mano a su cama deshecha, directamente.
Las sábanas aún conservaban el aroma de su sudor. Me tumbé de espaldas en el lecho dejando que el viniera encima y a mi costado sin separar sus labios de mi boca, su mano recorría todo mi cuerpo sin prisa subiendo por mis piernas por debajo de la falda ralentizándose según se acercaba a mi tanga.
Yo abrí su camisa desnudando su pecho, acariciando y pellizcando sus pezones. No llegó a acercarse a mi pene todavía, pero tiró de mis medias, enrollándolas, desnudando mis piernas. Sensual, tierno, acariciaba la piel de mis muslos.
Aprovechó el momento para coger mis pies desde el borde de la cama y lamer mis dedos. Pasaba la lasciva lengua entre ellos y lamía mis plantas. Nunca unas cosquillas me habían gustado tanto ni me habían dado tanto gusto. Nos desnudábamos el uno ...