1. Sobre el gimnasio


    Fecha: 11/01/2024, Categorías: Anal Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... cerveza en la mano mirando hacia nuestra mesa con su sonrisita cínica de triunfo, pero sin acercarse. A la única de mis amigas que estaba en la mesa no le conté mayor detalle. La otra estaba rumbeando disimuladamente con un man en otra mesa no muy lejos.
    
    En fin, al rato nos fuimos a acostar, y no pude dormir sin antes hacerme una señora paja pensando en esa vergota que me había comido. Acabé dos veces con intensas contracciones en mi concha abierta y por fin me dormí.
    
    Al día siguiente, sábado, por la tarde sonó mi celular, era un número desconocido para mí, y al contestar me encuentro con el man de la noche anterior. Cuando le pregunté que como había conseguido mi celular, me dijo que se lo había pedido a Mónica, una de mis amigas que había estado conmigo. Seguía provocándome un rechazo inexplicable, pero al mismo tiempo un cosquilleo entre las piernas perfectamente explicable. Me dijo algo que no me sorprendió en absoluto, que trabajaba en un gimnasio y que salía a las 8:30, que por qué no pasaba a verlo a esa hora y hacíamos "algo", lo que yo quisiera. En un principio me negué pero insistió hasta que con mi mejor tono de desgano le dije que no me comprometía, pero que me diera la dirección por si luego me animaba…
    
    Y bueno, evidentemente iba a ir, aunque me emputaba conmigo mismo por exponerme a eso, las ganas de que me perforara ese man eran más fuertes. No quería contarle nada a mis amigas, después de todo lo que nos habíamos reído de este tipo y lo bobo que ...
    ... lo habíamos encontrado, y seguramente en algún momento del día me iban a llamar para ponernos de acuerdo, pero ya vería que excusa inventaba.
    
    En fin, tipo 7:30 me empecé a arreglar, me puse una camisa negra ajustada con una sola manga y tomada al cuello y una falda corta tableada, sin ser mini, escocesa en tonos rojos, calzones y sostén negro… y me gusté mucho.
    
    Ni rastros de mis amigas, así que partí a la dirección que este man me había dado, alrededor de las 8, y cuando llegué me encontré con un gimnasio muy distinto a lo que imaginaba, en el segundo piso de un edificio antiguo, era de esos gimnasios a los que sólo van tipos a hacer pesas. Estuve a punto de irme pero las palpitaciones entre mis piernas no me dejaban. Subí las escaleras de madera, muy angostas, arrepintiéndome de haberme vestido así mientras escuchaba gritos y voces de hombres. En la mitad aparecieron varios manes con sus bolsos desde arriba y bajaron pasando por mi lado, mirándome sin ningún disimulo. Era la hora de cerrar por lo que pude notar. Llegué a la recepción y seguían saliendo algunos manes, pero no veía a "mi cita".
    
    Apareció desde una sala llena de máquinas, muy sudado, con una toalla, me saludó y luego de despedir a los últimos tipos que se marchaban, me pidió que esperara un poco, ordenó algunas cosas, apagó luces, cerró ventanas, y mientras yo lo miraba disimuladamente sintiendo la humedad creciente en mi concha, perfectamente depilada para la ocasión, por supuesto, pero siempre, ...
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