Los Cuatro Ancianos (II)
Fecha: 13/01/2024,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... era el traje con el que se casó la antigua mujer de Manuel. También había una pequeña caja de metal con un espejo por fuera, algo oxidada ya. Isabel la abrió y pudo ver las joyas que seguro habían pertenecido a la madre de José. Aunque la mayoría eran un poco hortera, había algunas muy valiosas y bonitas. Al fin y al cabo, el oro nunca pasa de moda. Justo cuando colocaba todo en su sitio vio otra caja al fondo del armario, que estaba todavía más oculta. Era una caja negra de metal con cerradura, pero forrada con cuero. Isabel la cogió y sintió que pesaba bastante. Intentó abrirla, pero estaba bien cerrada con una cerradura bastante robusta.
-Es mi pertenencia más preciada -dijo la voz retumbante de Manuel, en la entrada del trastero.
Isabel se sobresaltó y rápidamente cogió la escoba a modo de arma y apuntó directamente hacia él.
-Si te acercas te ensarto.
Manuel levantó las manos en señal de rendición.
-Vengo a disculparme por lo de antes-manifestó con sinceridad para acto seguido señalar a la caja -. Quieres saber que hay dentro.
Isabel miró al anciano, al que todavía apuntaba con su escoba, y luego bajó su arma, que sostuvo cerca de sí por si acaso.
-Seguramente sea alguna revista porno de la época.
Manuel se rio abiertamente, pues le había hecho gracia el comentario. Isabel intentó contener la risa, pero finalmente le salió brusca y patosa en consecuencia. Rápidamente lo corrigió mordiéndose la lengua.
-Te lo mostraré -le indicó él.
Manuel ...
... se acercó al sentirse más cómodo e Isabel se apartó mientras agarraba la escoba con fuerza.
-¡Espera! -exclamó seria, y Manuel se detuvo en seco -. ¿Qué has hecho con mis bragas? Las que me quitaste por la mañana.
Manuel se puso nervioso y contestó en un tartamudeo.
-Las puse en la cesta para lavar, claro. Pensé que no ibas a volver a ponértelas y no quería que José las viera por casualidad.
Isabel lo miró acusatoriamente, y luego se relajó.
-Mas te vale que las hayas puesto para lavar. Las otras las pienso tirar.
-Como quieras. Te compraré unas cuentas si…
Manuel dejó la frase a la mitad al percibir como sería la siguiente reacción de ella a juzgar por el severo semblante que ponía a medida que hablaba. Simplemente asintió y siguió hacia el armario y extrajo unas llaves de un escondite que Isabel jamás habría descubierto. Con las llaves abrió la caja forrada de cuero, y le ofreció la caja a su nuera. Lo que allí vio Isabel la sorprendió irremediablemente. Tanto que olvidó por completo todo lo demás.
Se trataba de una especie de disco dorado en el que había dibujado una cara. La cara era muy extraña. Parecía llevar unas gafas, como de buzo, y tenía la lengua por fuera enseñando todos los dientes. Los ojos eran negros y rasgados, y tanto la nariz como las orejas tenían adornos de algún tipo.
-¿Es de oro?
-Así es. Y es tan valioso por antiguo como por el material con el que está hecho.
-¿Dónde conseguiste algo así?
-Es una larga historia. Hace ...