1. Café caliente y caramelo


    Fecha: 15/01/2024, Categorías: Hetero Autor: Miss Bates, Fuente: CuentoRelatos

    De todos los hombres de la barra lo elegí a él. Sus labios grandes, carnosos, rosas encarnados, la línea como perfilada... Esa boca era una fruta que morder con placer.
    
    Estaba solo. Tenía una mirada pícara y traviesa color caramelo con la que acababa de cruzarme un par de segundos; me sonrió de medio lado y luego se concentró en su copa casi vacía, que agarraba con ambas manos, o quizás no miraba a nada y mantenía una conversación en silencio consigo mismo, instalado en a saber qué pensamiento, deseando yo en cierto modo que fuese obsceno y hacia mí.
    
    Volví rápidamente a mi café, ni siquiera había abierto aún el azucarillo y ya había repasado a todo el personal del lounge, llegando a la conclusión de que era él con quien quería probar suerte, si es que me atrevía a atacar, claro, y no se quedaba el morbo encerrado sólo en mi cabeza, como me había pasado en otras ocasiones.
    
    Mientras removía el café con la cucharita me preguntaba si se habría dado cuenta de mis lascivas divagaciones, pero me interrumpí yo sola mentalmente contestándome "no, sólo habrá sentido que lo observabas tonta, tienes demasiada timidez como para decirle con la mirada, en dos segundos, cómeme el coño en este bar con esa boquita de fresón humedecido, en el baño, no mejor, aquí mismo, encima de esta mesa, después de que arrastres al vacío la taza de café, así de película, y dejes el tablero libre para, después de cogerme, soltarme, y posar mi culo en él". Pero dos segundos pusilánimes sólo ...
    ... dieron para retirar fugazmente la mirada mientras ese deseo canalla se interrumpía un instante entre sonrojos tontos.
    
    Con los ojos cobardemente escondidos en el café, la nube de nata daba vueltas a la vez que se iba disolviendo en la leche demasiado caliente para mi gusto, humeante aún, y comencé a penetrar en ella la cucharita, la llenaba, la alzaba y dejaba caer en alto la esponjosa mezcla esperando que se enfriase antes; volvía a introducirla y sacarla, introducirla y sacarla, una y otra vez, alternando ese intento por atemperar un poco la bebida con una imagen de esa enorme boca y su lengua entrando y saliendo de mi vagina, y con unas cuantas miradas furtivas más que lancé cautelosamente para no ser sorprendida de nuevo sin estar preparada, y que me calentaron más si cabía ante ese adonis que había activado tanto mi interés. Ni siquiera era mi tipo, ni por edad, demasiado joven, ni por aspecto, demasiado guapo, pero esa boca me tenía hipnotizada.
    
    Estar sentado con los brazos apoyados en la barra pero algo alejado de ella hacía que su culito se dispusiese respingón. Pensé que con esos músculos definidos sin excesos y ese trasero prieto que se advertía bajo el vaquero sería probable que usara la bici asiduamente. Me encantan los culitos de los ciclistas cuando suben una cuesta, sobre todo ese momento en el que necesitan ponerse de pie en los pedales para transmitirle más fuerza al vehículo, momento en que se dibujan las líneas de sus fibras en las mayas con trazos muy ...
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