1. Nunca digas de esta agua no beberé


    Fecha: 25/01/2024, Categorías: Infidelidad Autor: Gargola, Fuente: CuentoRelatos

    Después de recoger su maleta, cruzó la cristalera que separaba a los pasajeros de los familiares que esperaban al otro lado. Felicia sólo había comunicado su regreso a su abogado, sin embargo, le sobresaltó el fogonazo de un flash en la cara. Lo último que esperaba encontrarse en el aeropuerto era a la prensa rosa apostada a la salida. El hecho de llevar sus gafas de espejo no sirvió de cortapisas para que el paparazzi la reconociera y empezase a disparar su cámara. Felicia ocultó su rostro con el abrigo y avanzó hacia la salida, sin embargo, aquella hiena ávida de morbo no le daba un respiro y avanzaba de espaldas, delante de ella, pulsando una y otra vez el disparador de su cámara.
    
    La escena condujo a que se armase un importante revuelo entre turistas, viajeros y familiares sin saber con certeza qué estaba pasando. Se podía intuir que Felicia era una persona relevante y por eso aquel sujeto intentaba sacarle fotos, pero no sabían quién era la celebridad que pretendía escabullirse del paparazzi.
    
    Cuando salió al exterior, subió a un taxi sin ni siquiera hablar con el propietario y éste, al ver la situación entendió que debía actuar discretamente y con premura. Incluso dentro del vehículo, el paparazzi continuaba haciendo su trabajo sin darle ninguna tregua, como si se tratase de una actriz hollywoodense.
    
    Felicia le dio la dirección de su ático y el taxista se alejó quemando rueda, dejando atrás a aquel sujeto que acosaba a su clienta.
    
    Al llegar le pagó al taxista ...
    ... y subió a su ático, abrió la puerta y le invadió el olor a cerrado. Inmediatamente abrió las ventanas (pese al frio) para que se ventilaran las habitaciones. Todo estaba conforme lo había dejado el último día cuando partió. Deshizo el equipaje, llenó la bañera, echó sales de baño y se metió en ella para relajarse después de tantas horas de vuelo.
    
    Felicia disponía de dos días antes de comparecer ante el juez y pensó en llamarle a Emma, aun a sabiendas que, en el hipotético caso de que la hubiese desbloqueado, posiblemente inventaría cualquier excusa para no verla. Así y todo, la llamó confiando en que su número estuviese operativo, y al escuchar el primer tono le dio un vuelco el corazón, con en el segundo sus pulsaciones se aceleraron y al oír el tercero oyó un “Hola” sin mucha devoción.
    
    —Hola Emma. ¿Cómo estás?
    
    —¿Tú qué crees?, —respondió aséptica.
    
    —Me gustaría verte.
    
    —¿Crees que eso cambiará algo?
    
    —Por favor, —suplicó.
    
    Se hizo un incómodo silencio que rompió Felicia.
    
    —¡Déjame ir a verte! —volvió a suplicar.
    
    —Está bien, —admitió Emma.
    
    —En media hora estoy ahí, ¿de acuerdo?
    
    —Ok.
    
    Felicia se vistió, cogió su cazadora y salió rauda de casa. En la calle no tuvo que esperar mucho a que pasara un taxi, se subió a él, le indicó la dirección al conductor y este enfiló hacia la dirección solicitada, y después de un breve silencio, el taxista le habló mientras miraba por el retrovisor.
    
    —¿Es usted Felicia Cuéllar?
    
    No esperaba que la reconociese, ...
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