1. Andrei el rumano


    Fecha: 16/10/2018, Categorías: Gays Autor: danisampedro91, Fuente: CuentoRelatos

    Después de llevar 6 meses fuera de mi ciudad (La Coruña), por fin volvía a estar de nuevo en mi querida Coruña. Llevaba 5 días de vacaciones ya que había desembarcado el martes a las 9 de la noche, y no volvería a embarcar hasta al menos finales de mayo o primeros de junio; más o menos teníamos 45 días de vacaciones; ese día Era domingo y después de haber estado paseando, haber ido al cine, ahora tenía intención de ir a tomar algo, y luego tratar de buscar algún ligue que me follara y aplacara la calentura que mi culito ya empezaba a tener. Pero la verdad es que ese día de abril, no estaba el día para muchos paseos; por momentos caían unas trombas de agua y granizo, que hacían del día infernal; vamos que era un día para estar en casa y no salir.
    
    Después de tomar unos tragos y ver el poco ambiente que había, decidí por irme para casa. De camino a ella, cambié de opinión, encaminándome hacia el bingo de 4 caminos, de paso que jugaba unos cartones, comería algo; me estaba apeteciendo unos champiñones al ajillo, sabía que allí los preparaban cómo a mí me gustaban.
    
    Con las bromas ya me habían dado las 3 de la madrugada, y cómo ese día no tenía suerte en el juego, decidí marcharme. Cuando iba saliendo del bingo, iba pensando que desafortunado en el juego, afortunado en amores. Así que haber si ahora al menos no llovía, y podría dar una vuelta por los jardines del centro de la ciudad, donde suele haber hombres para ligar. Pero mi gozo en un pozo, al salir por la puerta del ...
    ... bingo, estaba volviendo a empezar a llover, y la pinta que tenía, era que en cualquier momento iba caer una buena tormenta de agua.
    
    Parado a la puerta del bingo, me subí la cremallera de la cazadora que llevaba, y subiéndome el cuello de esta, cogí dirección a mi casa. Solo tenía que cruzar los jardines que hay en la plaza, cruzar por debajo del viaducto, subir pegado al costado de la iglesia de San Pedro de Mezonzo, y a unos 400 metros llegaría a casa. Y si no iba por el costado de la iglesia, subiría hacia los nuevos juzgados, e iría por allí, ya que más o menos la distancia era la misma; todo iba depender de si empezaba a llover con más fuerza, o aguantaba un poco y me daba tiempo a llegar.
    
    Cuando estaba llegando al viaducto, empezó a caer agua a mares, así que justo debajo del viaducto me paré disponiéndome a esperar a ver si paraba un poco. Pero aquello más que amainar y dar una tregua para poder seguir, estaba aumentando la virulencia con la que caía la lluvia.
    
    Me sacudí el agua que me había caído, disponiéndome a esperar allí debajo del viaducto resguardado del diluvio que estaba cayendo, a ver si aquella tormenta daba una tregua, o al menos aflojaba algo.
    
    Debajo del viaducto, había vehículos aparcados, ya que la gente aprovechaba ese espacio cómo parquin. Se notaba también que había coches abandonados y que en algunos los usaban los vagabundos para dormir en ellos. Yo me encontraba justo enfrente a la calle que iba por el lateral izquierdo de la iglesia, y ...
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