Andrei el rumano
Fecha: 16/10/2018,
Categorías:
Gays
Autor: danisampedro91, Fuente: CuentoRelatos
... así mejor quedarse aquí a resguardo. Está lloviendo a mares.
Andrei, abrió la puerta del monovolumen, a la vez que me decía que esperara un momento. Entró en él, y al momento salía con 2 botes de cerveza.
Toma, es lo que te puedo ofrecer, me dijo. Tú me regalaste el mechero, yo te invito a una cerveza.
Vamos para dentro del vehículo, dijo Andrei, así podemos estar sentados, y no pasaremos tanto frio.
Abrió la puerta entrando primero Andrei, dejando la puerta abierta para que yo entrara. Retiró unas cosas que tenía en el asiento, echándolas para el asiento delantero. En la parte de atrás, había cómo una especie de cama; seguro que era donde dormía Andrei.
Nos sentamos y mientras bebíamos la cerveza y fumábamos el cigarrillo, estuvimos hablando, a la espera de que parara de llover, o al menos amainara un poco, y me pudiera marchar. Me preguntaba cómo era la vida en el mar; a él se le hacía muy duro estar durante 6 meses dentro de un barco sin tocar tierra.
Después de un buen rato hablando, y por efecto de la cerveza, yo tenía que salir a mear, así que le dije a Andrei, que me perdonara, pero que me estaba meando, y que tenía que salir a mear.
Salí y fui a mear pegado a la enorme columna que soportaba aquel viaducto. Bajé la cremallera y saqué la polla poniéndome a mear. Cuando estaba empezando a mear, salió Andrei, diciendo que él también tenía que hacerlo.
Se puso a mi izquierda, y después de abrir su pantalón, sacó una tremenda polla, la cual empezó ...
... a mear.
Yo había quedado mirando para aquella verga que había sacado el rumano Andrei. Se había sacado hasta los huevos, y en aquel momento me vino al recuerdo la polla que había visto a un hombre cuando contaba yo 14 años, y había entrado a unos aseos públicos a mear. Había quedado tan estupefacto al ver aquella verga que tuve que meterme en el retrete que había, y encerrarme para poder mear. Y es que el viejo aquel me estaba enseñando aquel vergón y huevos que a mí se me hicieron enormes, comparados a mi polla que al lado de aquel monstruo parecía una miniatura. Aquella visión, me quedó grabada en el cerebro.
Pues en ese momento, al verle la polla al rumano, me vino al recuerdo aquella anécdota. Andrei se dio de cuenta cómo me quedaba mirando para su herramienta, y cómo poco a poco mi polla se iba poniendo dura.
Noté cómo me cogía la mano izquierda, y sin dejar de mear se arrimó más a mí, diciéndome si me gustaba, a la vez que llevaba mi mano hacia su verga. Cógela si quieres me dijo, poniendo mi mano sobre su polla.
Yo como si estuviera en trance, cogí la polla de Andrei, empezando a acariciarla. Le acariciaba los tremendos huevos que tenía. Cuando me di cuenta, Andrei ya había dejado de mear, se había pegado más a mí, me había rodeado con su brazo derecho, llevando su mano izquierda a mi polla, empezando a acariciármela.
Te gusta, me susurro al oído, mientras con su mano derecha me sobaba el culo y con su mano izquierda me iba descapullando suavemente mi ...