1. Mi odiosa madrastra, capítulo 9


    Fecha: 30/01/2024, Categorías: Hetero Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos

    ... de meses —o incluso hacía un par de semanas—, alguien me dijera que me sucederían todas esas cosas con mi propia madrastra. La respuesta, a priori, era obvia: no habría manera de creerlo.
    
    Además, había otra cosa en la que había pensado muchas veces, pero ahora la veía con mucha mayor claridad: Nadia estaba perfectamente consciente de cómo me excitaba cuando la veía media desnuda, o cuando la tocaba, y de lo difícil que me resultaba contener esa excitación y lograr que no se materializara en mi cuerpo. Lo sabía perfectamente, y aun así, jugaba conmigo. ¿Hasta qué punto era necesario que ponga a prueba el hecho de que podía confiar en mí? ¿No lo había demostrado ya de sobra? Cualquier otro se hubiera sobrepasado ya en el primer día, cuando ella necesitaba que le pasara protector solar por todo el cuerpo. Realmente no era necesario que hiciera todas esas cosas que hacía. Lo de cuidarme la noche anterior resultaba entonces una actitud no tan altruista como parecía en un principio.
    
    No obstante, a pesar de tener este torbellino de nuevos pensamientos y emociones, no pensaba mostrar mi malestar, al menos en principio.
    
    Al mediodía hice un esfuerzo considerable por levantarme e ir a almorzar al comedor.
    
    — No hacía falta que te levantes, tontito —dijo ella—. Te iba a llevar la comida a la cama.
    
    — Es que ya me estoy sintiendo un inválido ahí adentro —comenté—. Además, ya estoy mucho mejor.
    
    La verdad era que no estaba ni de lejos en el estado del día anterior, pero así ...
    ... y todo, me faltaba bastante para estar bien. Cuando me levanté de la cama me di cuenta de que ese simple acto requería de un esfuerzo mucho mayor del que había imaginado. Mi cuerpo estaba completamente debilitado. Por suerte la garganta ya no se sentía tan mal, y la congestión había disminuido muchísimo. En la mesa había milanesas con puré mixto.
    
    Nadia acarició mi cabello, con la misma ternura con la que lo había hecho por la noche. Eso produjo un violento sentimiento contradictorio en mí. Por un lado, esa simple caricia, resultaba sumamente tierna y desinteresada, pero por otro, se agolparon en mi cabeza todas las cavilaciones que había hecho unos momentos antes. Estaba claro que ella no podía albergar verdaderos sentimientos maternales hacía mí. Nadia apenas me llevaba ocho años. Esos eran menos años de los que papá le llevaba a ella. Realmente no correspondía que me mimara de esa manera.
    
    — Y cómo te conquistó el viejo —largué de repente, antes de meterme un pedazo de milanesa en la boca.
    
    Tal vez lo hice porque quería pensar en otra cosa, pero la verdad es que era una pregunta que me venía haciendo hace tiempo, y que me generaba mucha curiosidad.
    
    — ¿Nunca te lo contó? —preguntó ella a su vez.
    
    — Cuando me contó que salía con vos, di por sentado que eras una más en su larga lista. No lo tomes como algo personal, pero ya sabrás cómo era el viejo —dije, hablando con la boca llena—. Así que la verdad es que nunca me molesté en averiguar sobre su historia de amor. ...
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