1. La vendedora me seduce


    Fecha: 07/02/2024, Categorías: Infidelidad Autor: El otro yo, Fuente: CuentoRelatos

    ... cuando introdujo mi pene dentro suyo era de máximo placer. Estaba sobre mí con los ojos cerrados y ambas manos sobre mi pecho. Al momento de terminar de penetrarse emitió un largo gemido y empezó a moverse despacio. Sus tetas subían y bajaban al compas de su respiración y su balanceo. Solté su cola para posar mis manos en ellas y me incorporé para chuparlas. Gimió suavemente en mi oreja cuando rocé su botoncito con mi lengua. Después llevó sus manos a mi cabeza apretándome contra su pecho. Me acomodé contra el respaldo de la cama y la agarré otra vez de sus nalgas. Mis ojos permanecían cerrados concentrándome en mis sensaciones o se abrian buscando los suyos, mientras mi boca no soltaba su pezón.
    
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    A sabiendas de lo que le gustaban mis pechos lo dejé que hiciera lo que quisiera con ellos y maximicé mis expresiones de gozo cuando lo hacía. De todas formas desde que vi su mirada dirigirse a la mía sin separarse de mi ya no hubo necesidad de exagerar. No sé cómo explicarlo pero supe en ese instante que, al menos por esa noche, no se arrepentiría de lo que estábamos haciendo y pude disfrutar por completo.
    
    Con eso en mente decidí que alargaría nuestro encuentro lo más posible y por tal motivo retiré sus manos de mi cola (llevándolas a mis tetas, que aprovechó para agarrar) cuando noté que las usaba para aumentar el ritmo en que mi cuerpo se hamacaba sobre el suyo. Con Mateo sujetado firmemente de mis senos coloqué mis manos sobre sus hombros y ...
    ... continué moviéndome en forma lenta, subiendo hasta casi sacar su miembro de mi interior y para después bajar hasta que nuestras caderas chocaron. Una vez que su aparato llegó todo lo adentro de mí que le era posible empecé a moverme en círculos sobre él.
    
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    Con la convicción de que ya se había corrido supuse que había llegado mi turno de acabar. Pronto descubrí que mi compañera de trabajo tenía otros planes que, debo admitir, estaban lejos de desagradarme. Mucho menos si como compensación podía seguir tocando, acariciando y rozando sus perfectas tetas y sus pezones, como estaba haciendo en ese momento. Los estaba sosteniendo con ambas manos mientras mis pulgares buscaban tocar despacio su erecto centro.
    
    Al mismo tiempo Valeria seguía dibujando una circunferencia con su cintura a un ritmo en el que me sería imposible eyacular pero que por algún motivo (posiblemente ese mismo) me resultaba lo más excitante que había hecho en mi vida.
    
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    La cara de Mateo mientras estaba encima suyo era un poema. Podía ver en sus ojos como su cerebro recibía los débiles estímulos de placer que cada terminal nerviosa de su pene le enviaba, pero que debido a la cantidad a duras penas era capaz de procesar. Respiraba por la boca, que mantenía abierta, dejando escapar junto al aire de sus pulmones rítmicos jadeos cada vez que yo completaba una vuelta sobre él.
    
    Su expresión me decía que ya no solo su ahora cornuda novia no lo había hecho gozar así, ...
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