1. Mi odiosa madrastra, capítulo 10


    Fecha: 08/02/2024, Categorías: Hetero Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos

    ... resultaba muy tentador ver ahora su hermosa cara bañada con mis fluidos.
    
    — Dámela toda —dijo la muy warra, sacando la lengüita, al igual que lo había hecho mientras le practicaba la turca. Me encantaba que fuera tan desvergonzada en la intimidad.
    
    La verga se frotó un par de veces más pasando por ese túnel de piel suave, para por fin dejar salir tres potentes chorros. El primero impactó en el mentón, pero los otros dos bañaron su mejilla, y sus labios.
    
    Ella me miraba, provocadora, sabiendo que no había nada mejor para un hombre que el rostro de una mujer salpicada de por semen. Sacó la lengua y lamió un poco de fluido que había quedado encima de su labio superior. Pero yo sabía que no lo iba a tragar.
    
    Se puso de pie y se fue al baño. La seguí. Vi cómo se metía bajo la ducha, para que el agua limpiara su rostro. Me metí yo también.
    
    Nos enjabonamos y enjuagamos juntos. Para cuando terminamos de hacerlo, ya tenía una erección nuevamente, a lo que mi madrastra se encargó de apaciguar con una segunda mamada.
    
    Nos secamos. La abracé por detrás, y le susurré al oído:
    
    — Esto fue ...
    ... increíble.
    
    — Sí, yo también la pasé muy bien —dijo ella, con una sonrisa, aunque no parecía tener el mismo buen humor de cuando correteaba desnuda por la sala de estar.
    
    — ¿Dormimos juntos? —pregunté.
    
    Ella me miró, como asombrada.
    
    — Bueno. No es necesario, pero si querés… —dijo.
    
    — No, no quiero molestarte —dije yo—. Tranqui, yo me voy a mi cama y vos a la tuya.
    
    Le di un beso en la boca, aunque, extrañamente, no sentí que me lo retribuyera.
    
    — Bueno. Que duermas bien —dijo, cuando estuvimos a punto de separarnos, en la salida del baño.
    
    La abracé de nuevo y la atraje hacia mí. Mi mano se deslizó enseguida hacia su trasero.
    
    — ¿De verdad no podemos dormir juntos? Mirá como estoy —le dije, haciéndole sentir mi erección—. ¿Me vas a dejar así hasta la próxima vez que lo hagamos? —pregunté.
    
    Y entonces aquello que intuía muy a lo lejos, se hizo presente. Nadia se separó de mí con brusquedad.
    
    — León. No entendés. Esto no es así —dijo.
    
    — Así ¿Cómo? —pregunté.
    
    — No va a haber próxima vez —respondió ella, dejándome solo, con la verga parada, y la boca abierta.
    
    Continuará 
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