1. Una noche con Mar (2 de 3)


    Fecha: 15/02/2024, Categorías: Infidelidad Autor: Chicles, Fuente: CuentoRelatos

    Estábamos, en la primera parte del relato, en que Mar había tenido la video llamada con el cornudo y se habían masturbado mostrándose uno al otro cómo lo hacían.
    
    Una vez que apagó el celular y lo dejó bocabajo. Se levantó y salió de la recámara pidiendo que la esperara. Regresó pronto con un vaso tequilero y entendí que ahí estaba la leche de su marido a la que él se había referido.
    
    –Vamos a dejar que se caliente un poco, porque estaba en el refrigerador, allí deje otro para mañana –dijo al dejar el pequeño vaso con un condón al que le quitó la liga y lo ciñó al borde del vaso; entonces recordé el relato de “Travesura a mi amante”–. Uno es de mi marido, y el otro de mi amante, no te digo de quién es este. Después me dirás cuál sabe más rico.
    
    –A ti te gusta más la de tu esposo y a él la de tu amante, no es necesario que yo las pruebe –dije tratando de evadir la cata, pero me di cuenta de que no iba a escaparme de ello.
    
    –Tú me dijiste que yo siguiera con “mi maratón” contigo, ahora no me salgas con que esto no está incluido en mis gustos. Yo acepté a tenerte en esta cama donde sólo hemos cogido mi marido y yo, con las consecuencias que eso implica. Asúmelas tú también, no seas puto –exigió, y tuve que aceptar con una sonrisa.
    
    En el fondo, descubrí que me agradaba ese reto, al fin que ya me había zampado el atole que le dejó su amante en la vagina y me gustó el sabor y olor a puta que la caracteriza. “Como quieras, nenita”, le dije y me fui sobre su panocha para ...
    ... lamerla más. Presioné su cuerpo tomándola de las nalgas y ella abrió las piernas para hacer un candado en mi cabeza, apretándome al ritmo que soltaba los chorros de flujo. “¡Y dicen que yo soy la puta!”, gritaba por los orgasmos, “Enséñenle a mamar así a mi cornudo”, concluyó entre sollozos, aflojando sus piernas para dejarme libre. No pude dejarla reposando su placer, mis manos subieron a su pecho y masajeé las tetas, al tiempo que besaba y lamía las estrías de su cintura, ¡una dama naturalmente hermosa!, y sabedora de lo que nos gusta de las maduras: su putez bien empleada y su cuerpo de mujer valiosa.
    
    Después que descansamos, se puso a mamarme sensualmente el glande, al tiempo que con una mano me presionaba los testículos y con la otra me chaqueteaba el tronco.
    
    –¡Ya te va mi leche, mamita…! –grité, y ella siguió con el movimiento.
    
    Presta y diestramente tomó un pequeño vaso vacío, como los que había usado para guardar el semen de sus queridos y me vacié en él. Dio una exprimida más con la mano, jalando el pene desde la base del tronco, y escurrió un par de gotas más en el vasito. Dejó el recipiente en el buró y me siguió mamando con pericia, para dejarme reposando.
    
    Tomó la copa de vino que había traído a la recámara y vació mi semen en ella, ayudándose del dedo cordial. Lamió el vaso para disfrutar el sabor de mi leche, me dio un lengüetazo en los labios, abrí la boca y recibí un beso con mi sabor. Con el mismo dedo con el que había bajado el semen, revolvió la ...
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