Una noche con Mar (2 de 3)
Fecha: 15/02/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Chicles, Fuente: CuentoRelatos
... cumplía su cometido– Están hermosos, dijo antes de engullir uno de ellos.
Mar se deleitó un buen rato chupándomelos. Obviamente se me volvió a parar la verga…
–¿Ya probaste los de Ber? –pregunté al recordar los comentarios halagadores y calientes que ella le hizo a Ber sobre las fotos que él le envió de los suyos.
–No, aún no, pero será pronto, quizá antes de que termine el año –dijo volviendo a su tarea.
En ese momento recordé un correo cercano en el que Mar me contaba “Bernabé, mi amante, me ayudaría a preparar mi viaje a la CDMX para vernos Ber y yo; o más fácil, me prestará su departamento para que estemos en él” y me felicité de que yo haya sido el beneficiado, antes que nuestro amigo Ber. Ella siguió dándome caricias, con su boca en mi ovoides, y con sus manos en el tronco y glande; ¡yo, feliz y arrecho al verla en esa actividad!
–¡Qué bien se te puso! Vamos a bañarnos y me enculas en la ducha –dijo jalándome para que me levantara, lo cual hice y, sin soltarme, me llevó al baño.
Con el agua de la ducha, se me volvió a poner flácido el pene, pero empezó a dar signos de vida al enjabonarnos mutuamente. Mar se agachó dejándome a la vista su hermosa grupa, ¡el estímulo vital! Me enjaboné el pene para que pudiera resbalar bien, y también le metí en el ano dos dedos enjabonados y jugué con ellos dentro de su colita (¡colota hermosa!).
Los saqué, tomé el pene para apuntar bien y, una vez colocado en el ojete, la tomé de las caderas y le metí sin ...
... miramiento “el sable hasta la empuñadura”. “¡Ay!” gritó ella, pero más pronto que tarde se empezó a balancear en el mete y saca. “¡Qué rico coges, papacito!” gritaba ella una y otra vez, yo seguía sosteniéndola de las caderas para moverme más rápido. “¡Qué nalgas tan lindas tienes, mamacita!”,·grité cuando ella se estaba viniendo y me aguanté el placer para seguir culeándola hasta que pidió paz: “¡Ya, papacito, ya, que me voy a desmayar…!”
Tomé a Mar rodeando mis brazos en las tetas y en la pancita y la senté en el piso. Ella se hincó abrazándome las piernas y llorando, en tono que parecía quejumbroso, me dijo: “Siempre que me cogen de perrito, mi marido o Bernabé, dicen lo mismo que tú dijiste de mis nalgas, pero nunca me habían cogido tanto y tan rico por el culo amorcito, te ganaste el cielo”. Cuando terminó de llorar y solamente sollozaba, le ayudé a ponerse de pie para enjuagar los restos de excremento que le saqué.
Cerró la llave de la ducha, me dio un beso abrazándome con mucha ternura. Nos secamos uno al otro y salimos. “Vamos a desayunar”, dijo tomándome de la mano para irnos al comedor. Me senté y desde allí veía cómo trajinaba en la cocina. Al dar cada paso, se sacudían las nalgas provocando un oleaje de carne muy seductor; tanto que me empecé a jalar el miembro que exigía lo que me negué en la ducha.
Llegó con el café y prontamente lo sirvió. “Yo te iba a estrellar unos huevos, pero veo que ya te los estás revolviendo”, señaló al verme con una mano en el tronco y ...