Mónica, la puta renacida
Fecha: 20/02/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Robles Pablo, Fuente: CuentoRelatos
El enamoramiento, enaltece. De quién nos enamoramos es "la mejor, la más linda, la más simpática, más inteligente..." Lleva un tiempo darse cuenta que esa persona no es así... Y no tiene por qué serlo.
La otra cara de esta moneda, es el deseo. Así como el enamoramiento idealiza... El deseo degrada. Pensemos nomás en las expresiones que usamos para referirnos a quienes deseamos... "Es una yegua, una perra, una zorra"... Esa persona se degrada a un animal. Quienes sean "fierreros" dirán ... "Es un camión" la cuestión es que la mujer deseada, pierde su status de ser humano. Ustedes, mujeres, no están exceptuadas de esto... Más de una vez habrán dicho " potro, chongo, toro, etc..."
¿Por qué? ¿Por qué lo que deseamos lo tiramos a menos? Porque el deseo siempre, es deseo de placer. Y el placer es barro, y nos encanta estar embarrados, enchastrados, embadurnados de ese placer que nos ensucia y deleita.
Nos encanta degradar, y que nos degraden... Solo eso puede explicar cómo Mónica, una mujer de lo más respetable, a quien cualquier alusión a la promiscuidad horrorizaría y hasta ofendería... Cabalgaba mi verga pidiéndome que le diga puta.
Todo esto empezó hace unos meses, cuando empecé a ir a correr a un campo lindero a un colegio cerca de mi casa. La costumbre la agarre para despejarme un poco a la mañana, y tratar de conocer gente con buena onda. Estaba pasando por una etapa de bastante tedio.
Se sabe que los grupos de "runners" siempre tienen buena onda, y me ...
... interesó intentar algo así. Se sabe también, que toda regla tiene su excepción, y el grupo que allí se reúne, resultó ser una flagrante excepción. Lo defino como un rejunte de gente tan frustrada como pedante. Un par de tipos que no tienen otro tema de conversación que el precio de las zapatillas que sacan en cuotas aunque no lo reconozcan, con un concepto propio muy sobrevalorado, al punto que parecen haber olvidado que no están en un circuito olímpico, sino en un descampado perdido en el conurbano bonaerense.
A este grupo patético, lo decoran algunas pendejas que se pasan boludeando (tomando por tonto, para quienes no compartan jerga) a estos tipos, que si bien no se si las cogen, se nota que son el único motivo real por el que ellos están ahí. En honor a la verdad, por básicas que sean, esos culitos apretados en esas calzas (leggins) enterradas son un espectáculo digno de ver, y volver a ver.
Por si alguna duda queda, detesto a las personas que viven de aparentar. Pero para mi fortuna, este grupo nada estimulante (con la mencionada excepción de los culos de las chicas, que estimulan y mucho), no son los únicos que hacen uso del campo en cuestión. También hay algunos corredores solitarios, o gente que solo va a caminar y que no forma parte del grupo, como mi caso, y el de Mónica.
Mónica es una mujer madura, cincuentona, con semblante amable, de castaña cabellera y ojos miel. Es la típica señora de barrio, que podemos encontrar en el almacén, en misa, o claramente, ...