1. De las barbas a la policía (capítulo tres)


    Fecha: 22/02/2024, Categorías: Gays Autor: osazo21, Fuente: CuentoRelatos

    Las barbas (A José).
    
    Volví a estar libre de ataduras, regresé a aquellos encuentros con William que bien sabía satisfacer mis deseos, que para ello me había enseñado ese mundo. Estuve con William, solo los dos sin más locuras o en orgias de las que él acostumbraba. El primer encuentro que tuvimos, por fin, me llevó a la línea del tren, a las afueras del pueblo y adonde me había invitado al principio cuando hablamos por primera vez. Ya no tenía sentido negarse a ir con él, además que aquella sensación de estar al aire libre daba cierto morbo a lo que hacíamos. Todo lo que podía ser el paisaje se había convertido en una oscuridad absoluta, las luces a lo lejos eran como esos faros que en el mar pudieran divisar los barcos.
    
    A William le gustaba besar, era un maestro en todo, me besaba mientras su manos entraban por todos los lados y agarraba con fuerza o acariciaba con suavidad, también hablaba de lo que sentía, lo que hacía y lo que iba a hacer. Me puso como de costumbre a mamar su pinga cosa que me gustaba porque la tenía grande, con una piel muy tersa que daba gusto lamer. Pero nunca me dejaba mucho tiempo, porque lo que más le agradaba era mi ojete, lamerlo y cogerlo. No me hizo esperar mucho para recibir mi pedazo de carne como decía él a veces, otras, decía que me daría mi toma de leche. Me quedé con el pantalón bajado, las nalgas al aire, encorvado para recibir su pinga que ya me entraba bien con la saliva. Estuvimos singando un rato cuando sentimos que se acercaba ...
    ... el tren, estábamos al lado de la línea férrea. Se le ocurrió que nos quedaríamos allí, al lado delante los arbustos.
    
    - ¡Quiero tenerte clavado cuando pase el tren!
    
    Me dijo con esa lascivia que acostumbraba, le comenté que nos verían con la luz. Pero no me hizo caso, nos apartamos un poco y siguió él singando con fuerza. De pronto el haz de luz iluminó todo incluyéndonos a nosotros, William siguió moviéndose, metiendo y sacando su pinga agarrado a mis caderas, yo encorvado ocultando la cara. Cuando pasó la locomotora por el lado se escuchó un grito.
    
    - ¡Mariconeees!
    
    Después volvió la oscuridad porque era un tren de carga, el sonido ensordecedor y rítmico lo abarcó todo, William siguió al ritmo de los vagones para venirse casi cuando el tren pasaba y se perdía a lo lejos. Nos quedamos un rato así quietos, jadeábamos y sudábamos ambos.
    
    - ¡Uf! ¡Rico! ¿No te has venido?
    
    Era otra de las cosas de William, tuve gente que no le importó nada si había terminado yo o no. Lo importante era que ellos se venían y ya, William era diferente. Él sabía cuando me había venido, una vez cuando le pregunté me dijo que lo sabía porque apretaba el culo más de lo común. Me hizo masturbarme antes de sacar su pinga que ya no estaba tan dura. Como era ya una ley, me hizo vestirme sin evacuar su leche. Le ponía a millón saber que alguien se iba con su leche en el culo, yo ya estaba acostumbrado a ello. Incluso me agradaba saber que le ponía bien que me fuera así. Después nos fuimos cada ...
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