La irresistible
Fecha: 23/02/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Ber, Fuente: CuentoRelatos
... mediante examen, reduciendo a la mitad el tiempo de estancia, y pasar al doctorado casi de inmediato.
–También estuviste apoyándola en esos posgrados –dije, asumiendo una obviedad.
–Más que estar apoyándola, estuve acompañándola, ella sola hubiese podido hacer todo. A mí sí me sirvió para aprender, dados los enfoques novedosos que ella proponía y la relación de problemas que teníamos en las asesorías. La experiencia adquirida ya no tuvo parangón, e inmediatamente al concluir el doctorado, se abrió una plaza de investigador “Titular A” para ella, con su acceso al Sistema Nacional de Investigadores, dado su currículum con varias patentes registradas.
–Pues sí, ella te vio como sustituto del padre que la había desencantado, le fue muy bien.
–Pues no tan bien. Allí es donde inicia otra etapa donde no supe más cómo pasaron las cosas.
–¿Qué cosas? –pregunté, entendiendo que eso que venía era lo que Froilán trataba de ordenar en esta plática.
–El marido se puso celoso del éxito de Arcángela y se divorciaron. Él argumentó que pasaba mucho tiempo en la universidad y más conmigo que con su hija… ¡Y sí era así!, también mi esposa me lo señaló.
–¿Hubo algo entre ustedes dos? –pregunté.
–En ese entonces, no, pero ya llegaré a ello. Otra de las cosas que le bajó la moral fue que su padre abusó de la otra hija, ante esta situación, la madre tuvo un ataque de apoplejía y Arcángela se la tuvo que llevar a su casa para que no se deteriorara más de salud, pero nunca se ...
... recuperó y murió al poco tiempo. A partir de este momento, cedo la voz a Froilán.
Hace unos cinco años, cuando fui a buscarla a su cubículo, respondió a mis toquidos con una voz lúgubre “¿Quién…?” “Froilán”, le respondí y ella abrió. Me di cuenta que había estado llorando mucho.
–¿Qué tienes, hija? –pregunté abrazándola y besándole la frente.
Arcángela, me abrazó fuerte y se puso a llorar. Yo le acaricié el pelo mientras ella sufría por algo que yo ignoraba, pero que debía ser muy duro para ella. Pasó un tiempo así y me invitó a sentarme.
–Gracias, necesitaba ese abrazo –me dijo al sentarnos, pero sin soltar mis manos–. Necesito contárselo a alguien, y que mejor que tú, mi amor secreto –dijo y me quedé pasmado, seguramente yo estaba con la boca abierta al escuchar lo que dijo –Sí, te he amado siempre, concluyó al mirar mi estado de asombro.
–Perdón, pero no entiendo, ¿por qué lloras? –pregunté desconcertado.
–¿Vamos a mi casa para que te cuente? ¡Quiero emborracharme hasta perder el sentido! –expresó y tomó su bolso después de ponerse el saco, asumiendo mí anuencia.
Subí a su camioneta después de decirle al vigilante del estacionamiento que mi auto se quedaría allí. En el camino, ella se detuvo en una pizzería. Sin preguntarme nada, pidió dos pizas chicas, una pasta y una ensalada. Me quedé perplejo porque, excepto la ensalada, ella no tiene ese tipo de comida en su dieta. Envié un mensaje a mi esposa diciéndole que estaría en casa de Árcángela pues ella ...