La irresistible
Fecha: 23/02/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Ber, Fuente: CuentoRelatos
... había tenido un mal momento. “Bueno, cuídate”, fue su respuesta.
Al llegar a su casa, lo primero que dijo fue “Vamos a lavarnos las manos y comer, porque con pan, las penas son menos” y me dio un beso en los labios que no le correspondí porque eso no está…, estaba en nuestras costumbres de trato, aunque sí me lo había hecho un par de veces, hace años. Ante mi perplejidad, sólo sonrió, me acarició la cara y me encaminó hacia el baño.
Me dio una botella de vino para que la descorchara y ella sacó platos, cubiertos y copas, mientras canturreaba la canción de la melodía que se escuchaba en el aparato de sonido que había prendido. Sirvió en un plato grande para cada quien una rebanada de piza, un poco de pasta y ensalada. Yo serví el vino. Nos sentamos a la mesa, ella tomó su copa, me vio con una cara que reflejaba felicidad y extendió la mano para que brindáramos.
–Al rato paso a contarte mis penas, en este momento me siento feliz de que me acompañes, ¡salud! –dijo y chocó su copa con la mía.
–¡Salud! –contesté sonriendo y sintiendo la alegría que salía de sus ojos.
–Aunque no lo creas, éste es uno de los momentos de mayor felicidad que he tenido. En casi todos ellos has estado junto a mí –dijo y me besó en la mejilla.
Sonriendo y canturreando continuamos comiendo y bebiendo hasta que terminamos con lo que había comprado y con la botella de vino. Conectó la cafetera y preparó un par de expresos que colocó en la mesa de centro de la sala y se sentó en el ...
... sillón. Me senté en el sofá, cerca de ella, y empezó a hablar.
–Estaba muy triste por lo que me pasó, pero tú me has calmado con tu presencia y tu abrazo. ¡Gracias! –expresó y yo me mantuve en silencio, pero agradeciendo con una sonrisa verla con mucha calma–. Aunque nunca lo he hecho, dije que me quería emborrachar y qué mejor que hacerlo a tu lado.
Se levantó por una botella de Coñac y dos copas. Las sirvió, dijo “¡Salud!” al unísono con el tintineo del choque contra mi copa y se tomó de golpe la mitad del contenido, antes de continuar hablando.
–Lo primero ya está hecho. Te dije que te amo y te lo repito: “Te amo” –expresó con lentitud y timbre de seducción –. Lo callé durante muchos años y no pude contenerlo ante tu muestra de solidaridad y cariño.
Continuó hablando de lo que, según ella, me debía, de la conducta paternal que había tenido de mí ante la orfandad sentida de su padre y todo lo que, según ella, le enseñé para llegar a ser reconocida ampliamente en el país y varios lugares del extranjero. Desde luego que eso infla el ego de cualquiera, pero me parecía que exageraba demasiado porque desde hacía algunos años ella me había rebasado en conocimientos y sagacidad en el ámbito profesional.
–Tú has sido mi sombra protectora, pero también el acompañante nocturno en los sueños más húmedos. ¡Cómo lo pude callar durante tanto tiempo! ¡Te amo! –finalizó y yo me quedé pensando que eso no era para llorarlo.
–¿Eso era lo que te hacía llorar? –pregunté ...