¿Nos grabamos? (I)
Fecha: 08/03/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: dlacarne, Fuente: RelatosEróticos
... encontrando su premio empapado.
Ya no había vuelta atrás. Las rodillas me temblaban con cada círculo que dibujaba en mi coño y el deseo desbocado iban sustituyendo cualquier resquicio de culpa. Busqué tras de mí su paquete y, con maña inusual, saqué una gran polla por la bragueta. La apreté, palpándola a ciegas, y exhalé un pequeño gemido de ansia. Me di la vuelta para agarrarlo y tirarlo contra el sofá. Ni que decir queda que se dejó. Se terminó de desabrochar los pantalones mientras yo me agachaba, quedando frente a una pedazo de polla negra que nunca imaginé ver. Gruesa, venosa y algo retorcida, aquello debía de ser lo que en el porno llaman una black monster cock. La polla de mi novio era enorme, la más gorda y larga que había visto; pero esto era otra cosa.
Con tanta curiosidad como deseo, la agarré lenta, pero decidida. Cierto es que mi mano es pequeña, pero me sigue pareciendo una locura que, al agarrar su polla, no pudiera cerrarla. La recorría de arriba a abajo, embelesada, descubriendo su relieve y su superficie irregular. Me armé de valor, abrí todo lo que pude la boca y me lancé a por ella. No me entraba más que el grande y sin poder evitar que rozara mis dientes. ¡Se me iba a desencajar la boca! Opté por la vía práctica: usar mi mano para masturbarlo mientras restregaba mi lengua y labios por todo el tronco.
-Qué labios más gorditos y suaves tienes – me dijo.
Sus palabras me encendieron de un chispazo. Subí varias marchas y bajé mi boca hasta sus ...
... huevos. Se le fue la cabeza para atrás con un gemido. Me tocaba mientras hacía mi trabajo, evitando pensar en nada. Pensé en decirle que era su turno y, viendo el grosor de lo que tenía entre manos, hubiese sido lo más sensato, pero estaba tan ansiosa y me notaba tan mojada que, simplemente, me baje las bragas y fui a sentarme sobre él.
Puse la puntita de su glande en mi vagina y dejé caer el peso de mi cuerpo. No me equivoqué al pensar que estaba lo suficientemente mojada; tampoco lo hice al pensar que aquello era demasiado gordo. Me pudo el ansia. Un quejido entre el dolor y el placer es todo lo que recuerdo durante unos segundos. Sentí como si mi cuerpo se partiera, como si mis caderas se desplazaran cada una a un lado. Pero mis ganas (y mis fluidos) solucionaron el problema y, lentamente, la gravedad hizo el resto. Estaba toda dentro de mí. Respiré un segundo, mirándolo con la cara desencajada, mientras terminaba de quitarse la ropa. Cuando asimilé todas las sensaciones que recorrían mi cuerpo, comencé a cabalgar entre temblores, ayudada por sus fuertes brazos, que agarraban bien mi culo.
Los hombres tan fuertes y musculados no me han llamado mucho la atención. Mas ahora, me era imposible no acariciar su pecho, observarlo, disfrutarlo... Debía de haber pocos como él. Sus grandes y musculados brazos se hinchaban y marcaban al agarrar y menear mi culo, tan gordo que rivalizaba con el grosor de su polla.
A pesar de que la pasión se impuso a nuestros remordimientos, se ...