1. Mis odiosas hijastras (11)


    Fecha: 10/03/2024, Categorías: Hetero Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos

    ... me había esperado. Pero ya estaba cansado de ser el que se dejara sorprender a cada momento. Esa pendeja no me iba a enloquecer de nuevo.
    
    —No tiene sentido pensar en eso ahora. Menos sabiendo que todo era un juego de ustedes y su mami, y mucho menos aún sabiendo que sos lesbiana —largué, exasperado.
    
    —No soy lesbiana —aseguró Agostina.
    
    Realmente no comprendía por qué estaba haciendo todo eso esa pendeja. La mentira ya había sido expuesta, y se suponía que íbamos a vengarnos de Mariel. ¿Por qué insistía en seguir con esas estupideces? Además, ese perverso coqueteo hubiese sido esperable de Valu, pero de Agostina… Realmente me decepcionaba. La agarré del brazo, furioso.
    
    —Lo del departamento también es una mentira ¿No? ¿A qué estás jugando ahora? —dije.
    
    —No estoy jugando a nada. Y lo de que te quiero ayudar a que no te quedes en la calle es cierto —respondió ella, sin inmutarse, y sin intentar zafarse de la mano que la oprimía—. Simplemente te aclaro que no soy lesbiana. ¿Tanto te cuesta entenderlo? Bisexualidad ¿Te suena?
    
    La solté, aunque aún me sentía ofuscado.
    
    —Si de verdad fueses bisexual… —dije, sin poder terminar la idea.
    
    —Si de verdad lo fuera ¿qué? —dijo ella, con cierto aire pendenciero que no iba con su personalidad.
    
    —Desde ayer que hay algo que me sorprende mucho de vos —dije, y luego sonreí con ironía al darme cuenta de lo errada que era la frase—. Bueno, la verdad es que tengo que reconocer que desde ayer que no dejo de sorprenderme, no ...
    ... solo con vos, sino con todo lo que pasa en esta casa. Pero hay algo. Un detalle que si hubiera prestado atención en él en su momento, quizás me hubiera dado cuenta de que me estabas manipulando.
    
    —Y qué detalle es ese —quiso saber Agos.
    
    —Dejaste que te acariciara. Que te apoyara mi verga por detrás —dije esto último de la manera más vulgar posible a propósito, pensando que la escandalizaría, pero la princesa de la casa ni se inmutó—. Y después me masturbaste —agregué—. Pero nunca permitiste que te besara. Eso debió haber sido una señal para que me diera cuenta de que en realidad no te gustan los hombres.
    
    —Veo que ser sincera no sirve de nada. Cuando se te mete una idea en la cabeza no hay quien pueda quitártela ¿cierto?
    
    —Y entonces ¿Por qué siempre esquivabas mis besos? —quise saber.
    
    —No sé. Quizás te parezca una estupidez. Pero me parece que eso es algo más íntimo que una manoseada. No le doy besos a cualquiera. Bueno, tampoco es que deje que cualquiera me toque el culo, pero… no sé… quizás sentí que la mentira llegaría a límites que no pensaba cruzar si te besaba. O quizás…
    
    —O quizás ¿qué? —la insté a terminar.
    
    —No sé. Ya te dije. Esta vez es diferente.
    
    —Otra vez con eso —dije, exasperado.
    
    —Es que es la verdad. Es diferente —insistió ella—. Con cualquier otro, ante la primera insinuación, y mucho más, ante el primer contacto físico, daría todo por terminado, y le contaría a mamá. Pero esto se nos fue de las manos. No sé si es porque esta vez estamos ...
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