1. Mis odiosas hijastras (11)


    Fecha: 10/03/2024, Categorías: Hetero Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos

    ... todo un fin de semana encerradas con vos, o porque estamos molestas con mamá, o porque vos sos diferente a los otros tipos. Pero esta vez las cosas fueron mucho más lejos de lo que deberían. Como te dije, todo debió terminar en la cocina, la primera vez cuando, después de tropezarte conmigo, me hiciste sentir tu erección. El primer contacto había sido sin querer, pero era obvio que después te habías frotado conmigo a propósito…
    
    —Porque vos me habías provocado, y según recuerdo, vos te habías frotado conmigo también —le recordé.
    
    —Sí, si. Pero la cuestión es que con eso bastaba. Con eso alcanzaba para decirle a mami. Y como con Valentina después te pasó algo similar, ya no había necesidad de tanto. Pero después, cuando me seguiste hasta el baño. Y en el pijama party…
    
    —A dónde querés llegar —dije, fingiendo fastidio, aunque por dentro me daba mucha intriga.
    
    Me miró, con los ojos brillosos. Una mirada con la que podría destruir miles de matrimonios en un segundo.
    
    —Cuando me enteré de que estuviste a punto de tener sexo con Valu… no sé. Me sentí rara. Creo que sentí celos.
    
    Ahí estaba. Era increíble. El juego no había concluido para esa mocosa malcriada.
    
    —¿Escuchaste alguna vez la frase que dice que el que juega con fuego termina quemado? —dije. Ella asintió con la cabeza—. Bueno. Vos estás jugando con fuego. Y yo no estoy para pendejadas. Desde ahora te aclaro que cualquier provocación la voy a tomar como una invitación a tener sexo. No voy a tolerar más este ...
    ... histeriqueo absurdo. ¿Que estás celosa de Valu? No me hagas reír. En el mejor de los casos, sentís envidia cuando ella atrae la atención más que vos. Ustedes parecen diferentes, pero están cortadas por la misma tijera.
    
    —Yo solo intento decirte lo que siento. No es fácil —dijo ella, haciendo un puchero, que si lo hubiera hecho en otro momento hubiera caído rendido a sus pies, disculpándome por haber sido tan brusco. Pero ya no me iban a doblegar tan fácilmente—. Si por eso pensás que tenés derecho a cogerme, quizás me equivoqué con vos —terminó de decir ella.
    
    Hizo un paso hacia el costado, como para marcharse. Pero yo la detuve. La agarré del mentón, y la hice mirarme a los ojos.
    
    —Entonces ¿por qué no quisiste besarme? —dije—. Si algo de lo que dijiste fuera verdad, dejarías que te bese.
    
    No estaba seguro de si mi lógica tenía algún fundamento, y menos aún estaba seguro de que fuera buena idea seguirle la corriente a esa pendeja hermosa. Pero ya estaba ahí, con su perfecto rostro en mis manos. Agos se veía indefensa. Su actitud siempre altiva, e incluso soberbia, se había esfumado. Casi parecía una chica dulce e inocente como Sami. Me acerqué a ella. Mi pelvis hizo contacto con la suya. Quedamos apretados, iluminados por todas las velas que había encendido. Casi podría considerarse una imagen romántica. Arrimé mis labios. Si ella fuera lesbiana, sentiría asco de besar a un hombre ¿cierto? La verdad es que no tenía idea de cómo pensaba esa chica, pero la idea de que ...
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