Cita por la web
Fecha: 04/04/2024,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Theresa1986, Fuente: CuentoRelatos
... ¿Qué podría estar mal en una reunión ordinaria? Especialmente si pagan esa cantidad de dinero. Me promete que el traslado será en automóvil.
Me maquillé para la reunión. Elegí un maquillaje brillante, aunque en un principio planeé lucir lo más modesta posible. Era primavera, la temperatura no pasaba de más 20 grados, elegí una falda holgada de cuero 10 centímetros por encima de la rodilla, una blusa, una chaqueta de cuero y zapatos de tacón. Me puse la mejor ropa que tenía. De la lencería, elegí unas braguitas de encaje negro y el sujetador del mismo color. Al mirarme en el espejo, encontré en él a una putilla cara, cuya imagen para mí antes era repugnante e inaceptable. Admirándome a mí misma, me mordí el labio inferior, levanté el borde de mi falda y miré el contorno de mi jugoso trasero, cuyas mitades estaban separadas sólo por unas bragas delgadas. Sonó el teléfono. Un nombre familiar apareció en la pantalla, lo que significaba que era hora de irse.
Mis padres no estaban, así que no fue difícil para mí salir de la casa. Un Mercedes-Benz negro me esperaba en la calle, al principio ni siquiera creí que estuviera esperándome a mí. Pero recordando que mi cliente no es una persona común, fui al auto y abrí la puerta principal. Al volante estaba un hombre guapo con un suéter de cuello alto negro y pantalones, su muñeca estaba decorada con un reloj de oro.
- Pasá - dijo sonriendo.
- Hola - Sólo pude responder de forma incómoda.
Sentado en el coche y cerrando ...
... las puertas detrás de mí, olí un olor agradable a su costoso perfume.
- Me alegro de verte en vivo, Graciela. Sos mucho más hermosa en la vida que en la foto.
“Gra… gracias,” dije, avergonzada.
Anduvimos por aproximadamente media hora, y durante este tiempo estaba tratando desesperadamente de superar la vergüenza que de repente había inundado mi cuerpo. Poco rato atrás, todavía estaba de pie frente al espejo disfrutando de mi juventud y mi sensualidad, pensando que cualquier hombre caería a mis pies, si tan solo pudiera pasar al menos un rato de mi tiempo libre con él. Pero sentada al lado de Ignacio, entendí lo frágil e inexperta que era tratando de sorprender a un hombre adulto y rico. Ignacio al mismo tiempo destilaba masculinidad y confianza en sí mismo. Todo el tiempo trató de hacerme hablar, bromeó y me hizo cumplidos. Al acercarnos al restaurante, se volvió hacia mí y me dijo:
- Bueno aquí estamos. Espero que no hayas cambiado de opinión.
- No, ¿por qué dijiste eso? - dije sonrojándome.
- Cuando nos comunicamos a través de WhatsApp estabas muy activa y ahora has estado sentada prácticamente en silencio durante treinta minutos. ¿Estás incómoda conmigo? ¿Tenés miedo de que te engañe?
- No, estoy cómoda y no tengo miedo. Sólo un poco avergonzada, porque no estamos familiarizados...
- ¡Ah, ese es el punto! Uff, pensé que querías escapar”, -dijo sonriendo.
No sé por qué, pero fue en ese momento que me sentí tranquila y relajada. Al ver su amplia ...