1. Infidelidad en Nochebuena


    Fecha: 06/04/2024, Categorías: Infidelidad Autor: CVerarde, Fuente: CuentoRelatos

    ... Y yo tenía la excusa perfecta para tal descaro «un masaje para el estrés»
    
    A estas alturas, podía sentir que mi tanga estaba siendo mordida por mis labios vaginales, mojados, hinchados de placer.
    
    Y ya no pudimos soportarlo más; ni él ni yo. Ni su polla ni mi sexo: y sabía que si nos quedamos un minuto más allí, ocurriría eso a lo que estaba rehuyendo, por eso le dije entre gemidos:
    
    —Aníbal… por favor… volvamos a la mesa…
    
    —¿Cómo…?
    
    —Volvamos…
    
    —¿En verdad quieres que volvamos?
    
    —Sí…
    
    —Yo quiero follarte, princesita, ¿quieres que te folle o que volvamos a la mesa?
    
    —Sí…
    
    —¿Sí volvemos a la mesa?
    
    —Sí, fóllame.
    
    Cuando menos acordé, había expulsado las palabras. Y Aníbal, incorporándose un poco más, me hizo girar, de manera que mi cara se encontrara con la suya. Y lo atrapé de la nuca, lo atraje hasta mí y le ofrecí mi lengua mojada. Él la aspiró con su boca y nos lengüeteamos, chupamos nuestros labios y seguimos desplazando nuestras lenguas incluso fuera de la boca.
    
    —Dilo —me ordenó…
    
    —¿Qué cosa?
    
    —Que te coja duro…
    
    —Sí… Mmmghgh, cógeme…mghm…durmmghro…
    
    —Dilo…
    
    —¿Qué digo…?
    
    —¿Qué eres de mí…?
    
    —Yo… soy tu puta….
    
    —¡Dilo… todo… todo… dilo…!
    
    —¡Soy tu puta, y quiero que me cojas duro!
    
    —¡A mi princesita lo que ordene!
    
    Fui yo la que empleó sus dedos para remangarse el vestido, que como era un corte de sirena, requirió de mucha paciencia y maña hasta lograrlo.
    
    Cuando me di cuenta, la parte inferior de mi vestido ya estaba ...
    ... enredada a mi cintura, mis piernas libres y separadas, enfundadas en un par de sensuales medias de nylon, atadas a las caderas por medio de ligueros, los tacones anclados en el sofá, y mi tanga mojadísima incrustada en mi rajita.
    
    —Si lo hacemos… Aníbal… seremos unos hijos de puta —le dije, todavía con remordimientos, desenterrando el hilo de mi tanga de entre mis gajos vaginales y haciéndola aún lado, mientras él permanecía de rodillas entre mis piernas, sacándose su temible y poderoso falo venoso, por el hueco de su bragueta, para después apuntarlo hacia mí—. ¡Ellos… están… a pocos metros de nosotros… y…!
    
    Pero él estaba concentrado mirando hacia mi sexo, hambriento, ávido, lujurioso:
    
    —Quisiera chuparte esa rajita encharcada hasta hacerte correr como una puta, mi amor… pero el tiempo apremia…
    
    —Aníbal… —dije con un erótico gemido.
    
    —Ufff, mi vida… —se acercó un poco más, mirando detenidamente el océano hirviente que había entre mis piernas—; ¡si pudieras ver cómo estás chorreando, mi pequeña guarra calentona, te mueres de placer!
    
    Aun si «el tiempo apremiaba» Aníbal no pudo contener la tentación de darme unas chupadas de coño, que estaba caldoso y empapado, produciéndome un pálpito que me obligó a jadear, presionar mis manos contra su cabeza, y ahogarlo entre mis charcos hasta dejarlo con la boca estilando de mis febriles flujos, los cuales, al incorporarse, hizo chapotear con su lengua, complacido.
    
    Y no hubo más preliminares. No había tiempo para recrearnos, ...
«12...111213...17»