Infidelidad en Nochebuena
Fecha: 06/04/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: CVerarde, Fuente: CuentoRelatos
... dedos en mi coñito mojado y masturbarme, como lo había hecho a todas horas desde esa cita, recordando semejantes escenas dantescas.
Aquellas ansias por sentirlo, por beberlo, por acariciarlo y por hacerlo mío una vez más me atormentaron en demasía; y tuve miedo, angustia y pesar, ya que tal deseo irrefrenable habría sido de lo más natural de no ser porque ese hombre al que tanto añoraba no sólo me llevaba alrededor de veinte años de edad, sino que, para mi pesar, era el cuñado de mi novio, esposo de la hermana de mi novio, y quien, a su vez, había hecho las veces del padre de mi novio, desde que éste quedara huérfano tras un fatídico accidente en que sus padres perdieron la vida.
—Por Dios —suspiré agobiada cuando puse las cosas en balance.
Habían pasado ya dos días desde aquella noche, en la que, por decisión propia, ahogada en remordimientos, le advertí que aquello no lo podíamos volver a repetir, y aunque él no dijo nada, asumí que había aceptado mi decisión y que, a partir de entonces, por el bien de todos, debíamos de poner tierra de por medio.
Pero esa mañana, sin que mi novio lo advirtiera, recibí en nuestro apartamento un paquete cuya etiqueta rezaba «Para tu cuerpo. Para mis ojos», que no era otra cosa que un juego de lencería negra y un elegantísimo vestido del mismo color que, pese a su fineza, se distinguía por ser bastante entallado y atrevido, ya que el corte sirena tenía una gran abertura en la espalda, desde la altura del cuello, en forma de ...
... óvalo, que se prolongaba hasta el preludio de mis nalgas.
Fui consciente de que ponerme aquel vestido y aquella sensual lencería, para lucirlo en una fiesta donde mi reciente amante estaría presente, sería tanto como firmar tácitamente un contrato de consentimiento en la que aceptaría que nuestras aventuras continuaran. Y yo… lo que más quería era acabar con todo esto de tajo.
¿Entonces por qué mierdas lo hice?
Culpemos a la adrenalina y a mi renovado estado de transgresión de todo esto. Una cosa era vestirme con su regalo, y otra muy distinta volverme a entregar a él. Eso ya estaba pactado.
—Mi ángel —dijo mi novio, impaciente, del otro lado de la puerta de nuestra habitación—, date prisa, que se hace tarde, y mi cuñado no para de llamarme para ver si ya llegamos.
—Ya casi termino, cielo, espera un poco más —respondí, apenas aclarándome la garganta.
¿Ser o no ser? Esa es la cuestión…
El hilo de la tanga partió mis dos nalgas por igual; de hecho, la costura frontal de la prenda era tan minúscula, que sentí que incluso se me incrustaba entre los gajos mojados de mi vagina, quedando estos al descubierto.
—Ufff…
Me pregunté qué pensaría mi pareja cuando se diera cuenta de la diminuta tanga que llevaba, ya que al tener un culo tan gordo, y una vagina tan inflamada, aunque estrecha, el contraste con aquella prenda ahora que la tenía puesta lucía demasiado vulgar:
«He comprado esta lencería para ti, mi cielo» le diría «para darte tu nochebuena»
Excusas ...