Infidelidad en Nochebuena
Fecha: 06/04/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: CVerarde, Fuente: CuentoRelatos
... lo estaba, sino porque, aunque él no se atrevía a decírmelo, yo sabía bien que mi vestuario de esa noche le parecía inapropiado para una nochebuena, sobre todo porque en aquella cena estaría gente conservadora muy importante de nuestros trabajos y, lo peor, su querida hermana, de quien, como ya he dicho antes, yo no era santa de su devoción, sino que más bien me odiaba a mansalva, aun si nunca le había dado razones para ello; salvo ahora, claro, que la estaba haciendo cornuda, si ella saberlo.
—Por Dios, Jorge, te has quedado mudo —le reproché vacilante, con una sonrisa nerviosa—, ¿tan mal me veo?
Mi querido novio tragó saliva, medio sonrió y me dijo:
—Ah, por Dios, Livia, si estás preciosa, de hecho… estás… espectacular… ¡asombrosa! Muy… sensual… sólo que…
Sólo que el vestido le parecía impropio, aun si él no era capaz de sincerarse conmigo.
—Llevas la espalda descubierta… y en Monterrey estamos a menos tantos grados y…
Mi querido amor; sus eufemismos para evitar hacerme sentir mal me enternecían. «Estás vistiendo como puta» tuvo que haberme dicho.
—Llevaré el abrigo que me regalaste la navidad del año pasado, mi pequeño —le dije, acercándome a él para darle un beso que lo atontó momentáneamente—, ¿te parece bien, cielo?
—Sí, sí… es… me parece perfecto.
Jorge no quería contrariarme. Tenía mil razones para evitar hacerlo. Durante las últimas semanas, nuestra relación no había ido nada bien. Por diversas circunstancias que ahora no vienen al caso, ...
... nos habíamos distanciado; las continuas discusiones se habían convertido en el pan de cada día, y ese 24 de diciembre, creímos que era un momento propicio para intentar enmendar nuestra relación.
Sus faltas, aunque graves, no implicaban una infidelidad como la mía.
—Lista —le dije cuando me puse el abrigo.
—Perfecto, Livy. Ahora sí, nos vamos, que Aníbal y Raquel nos esperan.
II.
Me jactaba de tener la relación más codiciada de mi entorno, con un novio apuesto, de ascendencia escocesa, inteligente, pelirrojo, deferente, de mirada dulce que destellaba desde el pigmento de sus ojos grisáceos, a veces grises, a veces zarcos, aunque, la mayor parte del tiempo, asomándose a través de ellos un atisbo taciturno.
Jorge Soto era mi amparo, mi salvación, mi guía y mi soporte; él era el ancla que impedía que mi embarcación permaneciera incrustada en el atraque de mi puerto, pero un día el ancla se rompió, y mi navío zarpó hacia mar abierto, donde me encontré con bestias salvajes que me incitaron al naufragio.
Y yo cedí.
Pese a todo, yo lo amaba, aunque suene contradictorio; lo amaba y la necesidad egoísta de tenerlo a mi lado era inalterable, aun si eso implicara serle desleal.
Mientras Jorge conducía hacia la casa de su hermana y su cuñado, no podía dejar de pensar en lo zorra que estaba siendo, y por momentos volvió a lastimarme la culpa; se me hizo un hueco frío en el pecho y me dieron ganas de llorar.
La parte más dura de la vida es cuando te das cuenta ...