Infidelidad en Nochebuena
Fecha: 06/04/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: CVerarde, Fuente: CuentoRelatos
... perfectas para mentiras inevitables.
El roce del satén mientras mi cuerpo se embebía en el vestido negro me recordó a las caricias del autor de mi regalo, y tal alusión me puso cachonda; lo supe cuando noté que mi entrepierna se empapaba y que la piel de mi cuerpo se me había erizado.
—¿Livia? —insistió mi novio, mientras yo tragaba saliva, me mordía los labios y apretaba las piernas para no seguir destilando.
—Ya estoy lista, amor, sólo me hace falta cambiar mis cosas a otro bolso y nos vamos.
—¿Otro bolso? Pero cielo —respondió Jorge fastidiado—. Aníbal ya me tiene harto. ¿Ahora resulta que este año le nació su lado paternal para conmigo? No recuerdo que ninguna otra navidad hubiese estado tan ansioso por verme.
—¿A ti? —se me salió sin querer.
—¿Eh? —se sorprendió de mi respuesta.
¡Por Dios! «Piensa rápido, piensa rápido…»
—Que… que a ti no te tiene qué preocupar la demora, Jorge. Llama a Aníb… al señor Abascal por teléfono y dile que… yo soy la responsable de la demora, que me estoy terminando de arreglar. Estoy segura que lo comprenderá y… bueno, así ya no la agarrará contra ti.
Jorge bufó, contrariado, pero fue comprensivo.
—Lo siento, Livy, no he pretendido estresarte.
—No… Jorge, no lo haces, en serio, tranquilo…
Siempre me sentó mal ser la responsable de las angustias de mi novio. Pocas cosas lo mortificaban tanto como la impuntualidad. Jorge fue criado por una familia opulenta, aparentemente recta y conservadora, cuyas ...
... tradiciones tan lineales y estrictas lo convirtieron en un chico bastante aprensivo y perfeccionista, siempre evitando disgustar a su hermana, una loca e histérica sin remedio que lo mantenía sometido a su voluntad de tal manera que era incapaz de defenderme ante ella de las ofensas y humillaciones que me otorgaba cada vez que le daba la gana.
Su segundo gran estrés era Aníbal Abascal, su cuñado… mi amante, que, además, era su jefe inmediato, y a quien día a día trataba de demostrar que ya no era un niño, que era un joven cualificado para desempeñar los cargos que él le demandaba y que por tanto merecía ser ascendido y, por qué no, reconocido por su trabajo.
Y ahí estaba yo, esmerándome para verme hermosa, ajustando el vestido que el cuñado de mi novio me había regalado, y ensayando movimientos para que mis labios vaginales dejaran de comerse involuntariamente las costuras de mi microscópica tanga.
¿Cómo se hace para presentarte en la casa de tu amante, y permanecer serena delante de él, de tu pareja y de su esposa, sin que los nervios, el deseo y los remordimientos te ataquen y te alteren la tranquilidad?
—Respira, Livia, respira —me dije.
Jorge, mi novio, me esperaba en el descansillo de nuestro apartamento. Lo bueno de él es que siempre me daba mi privacidad para vestirme. Él era de la idea de que, aunque vivas en pareja, uno siempre tiene que dar al otro su intimidad.
Al mirarme se quedó anonado, y no precisamente porque le resultara hermosa que, en sus palabras, ...