Una chance al eterno amigo
Fecha: 08/04/2024,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: Slutty04, Fuente: CuentoRelatos
... logrado su objetivo.
Se levantó y la agarró del cuello con fuerza. "Ahora te voy a cobrar todo, hija de puta", le dijo.
La tiró al piso e hizo que ella se la chupe, ella lo hacía como podía. Era demasiada pija, apenas le entraba en la boca.
Luego de un rato, la puso de cuatro en la cama y la penetró con fuerza. Él estaba dispuesto a descargar toda la rabia y la frustración de años en esa concha rosadita, húmeda y extremadamente apretada.
Por su lado, Julia lo disfrutaba muchísimo. El dolor que le provocaba el gigantesco miembro destrozándola por dentro le daba demasiado placer, al punto de que no tardó demasiado en acabar, y acabar, y acabar, y acabar, y seguir acabando. Las piernas le temblaban, los ojos se le daban vueltas, ella entera temblaba.
José cambiaba de posiciones y ella gozaba ser reventada por el que hasta hace un esto era su tierno y tímido mejor amigo.
Ella lo arengaba para que siga dándole fuerte, que la maltrate, la ahorque, le estire del pelo y le pegue cachetadas y nalgadas con todas si fuerzas. Él hacía todo eso y más.
Se sentía como una cogida brutal, acompañada de una paliza. Descargó años de silencio y tristezas en el cuerpo de su amor de toda la vida. La dejó reventada.
Moretones, marcas de golpes a mano abierta, sus dedos marcados en el cuello de ella; eran testimonios de la salvajada que estaba ocurriendo en esa habitación.
El sonido de los cuerpos chocando, acompañado de gemidos de placer, golpes y frases sucias era ...
... ensordecedor.
Él era otra persona, alguien que nunca se animó a ser al menos en público; ella parecía poseída. Gritaba, pedía que le peguen más fuerte y que la destrocen. Estaba teniendo lo que siempre quería.
Es que siempre fue una chica buena y a la vez muy deseada, todos sus pretendientes o parejas ocasionales la trataban bien todo el tiempo, incluso en la cama. Cuando pedía rudeza, la recibía pero nunca en una medida en que la dejase satisfecha.
José parecía el demonio mismo, destilaba rabia. La golpeaba cada vez más fuerte, la mordía, la insultaba. Era todo lo que Julia necesitaba.
Así como él descargaba todas sus frustraciones, ella sentía que cada metida de verla con una fuerza terrible, le sacaba un peso de encima, la liberaba de todo el estrés que tenía. Era caliente, sucio pero a la vez hasta algún punto terapéutico.
Luego de un largo rato, José no daba más. Eyaculó en el fondo del sexo de Julia, llenándola de abundante semen caliente.
Pasó un rato, se acostaron; ambos desnudos. José le robó un cigarrillo a Julia y se puso a fumar, mientras ella miraba atónita al techo, donde había un espejo y se veía a sí misma y a él acostados. Él relajado, con su enorme miembro ya flácido y ella despeinada, golpeada, aún temblándole las piernas y sin parpadear. Le dolía todo, pero a la vez sentía paz, sentía que por fin tuvo lo que quería y quizás no sabía que lo necesitaba hasta un punto tan extremo.
Ella seguía cavilando cuando José se levantó, tomó sus cosas y ...