1. Amigos de la niñez


    Fecha: 23/04/2024, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... culo estaba duro, su espalda musculosa, sus brazos fuertes. Su duro miembro presionaba mi abdomen. Nos dejamos llevar hasta que nos separamos para respirar, mirándonos a los ojos con calor en la mirada.
    
    Salva bajó la cabeza hasta atrapar un pezón entre sus dientes. Suspiré cuando usó la lengua en mi pecho y amasó el otro son su mano. Apreté su cabeza contra mi seno, se sentía genial. Cuando paró le cogí de la mano y le llevé a la toalla, nos tumbamos uno al lado del otro y estuvimos mucho tiempo compartiendo besos y caricias. Tardé mucho, pero cuando así su miembro me propuse no soltarlo nunca. Deslicé mi mano por toda su longitud, apreciando su dureza y buen tamaño. Estaba muy caliente y la deseaba. Dentro de mí. A pesar de eso quise prolongar el momento y le hice una lenta y suave paja. No tenía intención de que se corriera, no todavía, pero le di placer mirando sus ojos brillantes.
    
    Cuando Salva se puso sobre mí abrí las piernas anhelante. Se ayudó con la mano para penetrar mi interior. En cuanto estuvo dentro empezó a balancear las caderas. Yo le rodeé con mis piernas, notando cómo mi vagina se dilataba y el placer empezaba a generarse en mi centro. Agarré su rostro con las dos manos y le atraje a mi boca. No me cansaba de besarle. Mi lengua jugó con la suya mientras seguía bombeando mi interior. Un orgasmo empezaba a construirse lentamente, aumentando poco a poco mi placer. Hábilmente Salva deslizó una mano entre nuestros cuerpos y me acarició el clítoris. Mi gozo ...
    ... aumentó exponencialmente.
    
    —No, por favor — pedí —. Quiero que dure.
    
    —No voy a aguantar mucho más — me dijo jadeando.
    
    Volví a pegarme a su boca. Dejaría que él eligiera el momento. Seguimos haciendo el amor unos pocos minutos, ambos intentando prolongarlo. Dejé de contenerme cuando volvió a acariciarme el clítoris.
    
    —Hazlo fuera, Salva.
    
    Asintió con la cabeza y levantó el torso. Me embistió con más fuerza, más profundamente. Sentía su polla en lo más hondo. El orgasmo me alcanzó y solo pude dejarme llevar por la exquisita sensación. Apresé las caderas de Salva con mis piernas y tensé todo el cuerpo disfrutando del éxtasis. Fue fabuloso. Notaba a Salva retorcerse sobre mí, cuando comprendí lo que le pasaba le liberé de mis piernas. Enseguida se salió de mi interior para expulsar su semilla sobre mi cuerpo. Sus chorros llegaron a mi abdomen, a mis pechos, yo le miraba extasiada levantando la cabeza para poder verlo. Su miembro amoratado parecía una fuente, incluso uno de sus disparos llegó a mi barbilla. Pude oler su ardiente semen sobre mi piel.
    
    Cuando terminó de correrse se tumbó a mi lado. Limpió mi barbilla con los dedos y me sonrió con ternura. Permanecimos en silencio compartiendo suaves besitos y caricias.
    
    —Creo que debemos bañarnos otra vez — le dije tras un rato —. Al menos yo para quitarme tu pingue de encima.
    
    —Jajaja, pues me ha parecido que te gustaba, Rosa.
    
    —He de confesar que sí — dije después de pensarlo —, sí me ha gustado. Pero ahora que ...