Aventuras y desventuras húmedas. Tercera etapa (13)
Fecha: 02/05/2024,
Categorías:
Incesto
Autor: LilithDuran, Fuente: CuentoRelatos
... nos lo pasemos bien.
Mientras ellos seguían caminando con el brazo del joven rodeando a su amiga. Unos ojos azules les miraban con cierta curiosidad desde el otro lado de la acera. A Mari el corazón le latía con ganas, un tambor dentro de su pecho a un ritmo lento, pero durísimo.
Sabía que sus ojos no la engañaban, todavía veía bien y podría reconocer a su hijo en cualquier lugar del mundo. Entró de nuevo a la tienda con los nervios a flor de piel, la soledad que tenía dentro del establecimiento le hizo expresar un poco los gestos extraños que desprendía su cuerpo.
Se sentó tras el mostrador, apenas pensaba en la chica con la que iba, no le importaba, porque estaba segura de que el otro era… Sergio. Su respiración se aceleró, no había olvidado a su hijo, era imposible, pero la ira se había disipado por completo y solo quedaba la añoranza de tenerle en casa. Ciertos recuerdos vinieron a su mente y los dejó a un lado sin querer volver a revivirlos.
Sin embargo el poder de la mente nunca se puede parar. La noche, la oscuridad, el placer… Igual que a su hijo, casi de forma simultánea recordaron con nitidez los sabrosos momentos que pasaron en la intimidad del hotel. Mientras Sergio caminaba con Carol y sin remediarlo la zona más íntima de su cuerpo se llenaba de sangre, a Mari, le comenzaba a suceder lo mismo.
Con la única visión de su hijo, en un instante nada más, miles de sentimientos habían vuelto a aparecer y ninguno de ellos llevaba resentimiento. A cada ...
... segundo uno se alzaba detrás del otro y sobre todo uno prevaleció. En medio de la tienda, en su nuevo trabajo, un picor inhumano le hizo frotar sus piernas la una con la otra. El roce de las medias llegaba a sus oídos mientras ningún cliente entraba por la puerta.
—Menos mal…
Dijo muy bajito sentada todavía detrás del mostrador tratando de leer una revista sin lograr concentrarse. No podía aguantarlo más, era una sensación apabullante que se estaba descontrolando. Cogió el móvil y aprovechando que en la tienda seguía sin entrar nadie, escribió a su marido.
—¿Estás en casa?
—Sí, estoy descansando un poco hasta de las nueve.
—¿Laura salió?
—Se fue con las amigas, me dijo que te dijera que se va a cenar por ahí. Dicho queda. —Dani se rio en su sofá por su comentario. La verdad que no era muy gracioso.
—Vale. Ahora hablamos.
El siguiente mensaje Mari no lo abrió, porque no era de su prioridad, tenía otra muy concreta. Marcó el número de la jefa y la llamó.
—Mari, cariño, dime.
—Hola, Mariví, cielo. ¿Vas a venir ahora? —los sábados solían estar ambas en la tienda.
—Sí, estoy ya en la calle. ¿Necesitas algo?
—Pues sí. —No le gustaba pedir favores a nadie, pero esto era por fuerza mayor— No me encuentro bien. Me está dando el vientre unas vueltas terribles y tengo sudores fríos. —Para nada. Mentía— ¿Podría…?
—Cariño, sí, sí. ¿Cómo no me has dicho antes? Si aguantas a que llegue bien, si no cierra cinco minutos que no tardo.
—Te espero, no hay ...