El calor y la ocasión
Fecha: 04/05/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Chicles, Fuente: CuentoRelatos
... que se produce en el estado de Yucatán, a partir de miel de abejas alimentadas con la flor del xtabentún, porque unos segundos antes había dicho “no tomo licor”. Tomé un vaso, le pregunté si le ponía hielo y ella asintió, le serví.
—A ver si no te hace daño el licor… —le advertí al darle la bebida.
—Aunque raras y especiales veces, es la única bebida que tomo. Me pone muy contenta —afirmó, en tanto me serví lo mismo.
—Mmmh —dijo oliendo la bebida y me invitó a sentarme en el mismo sillón dándole unas palmadas al asiento—. ¡Salud! —dijo chocando su vaso con el mío cuando me senté.
—Es muy rico. Un amigo me pidió que le llevara una botella y no resistí la tentación de probarlo, por eso estaba en el refrigerador —dije después de dar un trago.
Me paré al refrigerador por el plato de carnes frías que había preparado. Al voltear para regresar a mi asiento, vi a Muunek con las piernas cruzadas y su enorme sonrisa esperándome. Al regresar platicamos sobre nuestras ocupaciones. “Aquí, casi todas las mujeres sólo terminamos primaria o secundaria, pero muchos hombres sí terminan el bachillerato o la universidad, uno de mis hermanos es matemático” comentó dándole el último sorbo al vaso y me lo extendió como una solicitud implícita de que le sirviera más, lo cual hice.
—Hoy me dijiste que era bella, pero no se te notó tanto como ayer que me viste —dijo ya achispada, poniéndose de pie, luego se agachó para pegar su frente a la mía—. Mírame bien otra vez.
Bajé la ...
... vista y miré bajo el hipil por el escote. Entre el canal delas chiches se miraba no sólo el ombligo, sino también algo de su densa mata, ¡no traía calzones! Mi erección fue inmediata. Muunek lanzó una carcajada al mirarme empalmado.
—¡Ja, ja, ja! Así te ves mejor, ja, ja, ja —rio sonoramente y se sentó en mis piernas sin soltar el vaso— ¿Quieres? —preguntó ofreciéndome el vaso, al cual le di un sorbo—¿Sólo eso quieres…? —volvió a preguntar, dándome un beso —¡Mucha ropa! —exclamó al terminar de besarme y comenzó a desabotonarme la camisa— Tú ya no tomes, porque te dormirías —dijo quitándome el vaso.
Al terminar de desvestirme y quitarme los zapatos, se puso de pie y se quitó el hipil. No pude evitar mamarle las chiches mientras ella, a dos manos, me acariciaba todo el aparato reproductor. Me volvió a sentar en el sillón y ella sobre de mí, de cucharita, y el pene le entró resbalando fácilmente por lo mojada y anhelante que ella se encontraba. Puso mis manos sobre su pecho para que la morreara y se comenzó a mover como un remolino. No hice el menor esfuerzo de contenerme y eyaculé una cantidad tremenda que ya me urgía descargar. “Así, papito, así” decía cada vez con más lentitud, conforme terminaba ella también su orgasmo. Sudorosos quedamos mejilla con mejilla, tomando aire a bocanadas.
—¡Oh, se me hace tarde! —exclamó poniéndose de pie y se puso otra vez la única prenda de vestir que traía.
Mientras se calzaba le pregunté cuánto le debía. “A mí, nada, ya lo traigo ...