1. Con su blanca palidez


    Fecha: 04/05/2024, Categorías: Sexo Interracial Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... el mismo deseo oscuro y turbador que le consumía, y todo estalló: la desnudez, el agua caliente, la piel suave, los labios trémulos, los cuerpos húmedos, las caricias urentes, todo conspiró para que ocurriera lo inevitable.
    
    Los dos sabían que eran propiedad del amo, que era muy posesivo y que aquello podía costarles la vida, pero ese pequeño detalle sólo les hacía desearse más. Para su sorpresa, fue Andriy, más desarrollado y altanero, quien se ofreció a él, y Kalu averiguó lo que sentía el amo Tembo al poseerle. Y supo también por qué el amo quedaba tan complacido con su rival.
    
    Éste, al salir, fingió ante Chaswe, el guardián que le custodiaba desde siempre, seguir con la bronca del gimnasio con tanto ardor que acabó hiriéndole en el labio. El vigilante, harto de sus peleas, los mandó a cada cual a su cuarto con cajas destempladas. Aquella noche no tuvieron visita del amo, pero el amanecer les sorprendió juntos, con Andrushacurando el maltrecho labio de Kalusha con su solícita saliva.
    
    Ese fue el primero de infinitos amaneceres temerarios e impúdicos, en los que el sueño pugnaba con un deseo nunca extinguido, tras desquitarse del suplicio de fingir durante el día una enemistad que sirviera de tapadera a sus locuras nocturnas…
    
    Acabadas las galletas, la chica intentó incorporar a Kalu, con lo que el pantalón, sin atar, se escurrió y sólo la semi erección de éste impidió que se quedara desnudo delante de ella. El amo Tembo llevaba su homofobia al extremo de ...
    ... asquearle profundamente no sólo tocar, sino ver siquiera el pene erecto de otro hombre, así que les hacía ir con unos slips que, blindando el paquete viril, dejaban libre acceso a lo que él deseaba de ellos, por lo que Kalu había crecido con un fuerte sentido del pudor (salvo con Andriy, claro está). La chica tiró del pantalón hacia arriba con tanto ímpetu que la costura de las perneras impactó contra el escroto de Kalu con violencia (acrecentada por el hecho de que el tiro del pantalón, incomprensiblemente, le llegaba casi a las rodillas), lo que terminó de desarmar el conato de erección.
    
    Una vez de pie, sujetándose el pantalón con las manos atadas, pudo comprobar que el vendaje le sujetaba bien el tobillo, con lo que las molestias y la cojera casi habían desaparecido. Ella intentó desatarle, sin conseguirlo; pero volvió a la caseta y regresó con algo parecido a un cuchillo con el que cortó la cuerda y le ofreció en su lugar, como cinturón, una tira plástica que había cogido del suelo, que él aceptó. Era muy rígida, pero consiguió sujetar los pantalones con ella y evitar que se le cayeran.
    
    La joven le condujo entonces hasta un montón de botellas envasadas en bloques y otro de cajas que, al parecer, contenían estuches de galletas como las que acababa de comer, y se señaló a ambos, ofreciéndole todo aquello. O más bien, ofreciendo compartirlo.
    
    “Aquello era mucha comida, y nadie da nada por nada —se dijo—… ¿Dónde estaba el truco?” Los absurdos pantalones que llevaba eran la ...
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