Con su blanca palidez
Fecha: 04/05/2024,
Categorías:
Sexo Interracial
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... nota. Ya llevaba dos fallos, y sabía lo que ocurría con el amo Tembo cuando alguien cometía un tercero…
Procuró imitarla y lavarse el pelo como su ama, hasta que la muchacha se tumbó en la corriente, de la que sólo emergían su cara y sus tetas. “Con los ojos cerrados —pensó—, su rostro tenía un aspecto relajado. Era de facciones suaves, no duras como Andriy, pero esa misma suavidad le daba un cierto encanto. Y sus tetas, ¿por qué querría un chico tenerlas? ¿Qué se sentía teniéndolas? O tocándolas”… Cuando subió la vista a su cara otra vez, ella tenía los ojos abiertos y le miraba intensamente. Tercer fallo…
El ama se incorporó de golpe y le salpicó agua con los brazos, pero con una expresión maliciosa que le recordó a Andriy y a sus tontos juegos salpicándose en las duchas. Instintivamente, hizo lo mismo y se enzarzaron con entusiasmo en una batalla infantil, hasta que le entró jabón en los ojos y se tumbó a aclararse el pelo. “Estaba jugando —pensó aliviado de haber evitado el terrible castigo que temía—. Al fin y al cabo, eran de edad muy similar… El ama estaba jugando, pero ¿a qué?”. Se sintió más perdido que aliviado.
Cuando se incorporó, ella se estaba lavando el cuerpo, así que la imitó. Le vio hacer unos movimientos extraños y supo que se estaba quitando las bragas. Vio pasar algo e, instintivamente lo cogió. Eran gasas (varias juntas), de las de curar heridas, pero no parecían tener trazas de sangre ni yodo… ¿de pus, quizás? El ama le hizo signos de que las ...
... tirara, y obedeció al instante. “¿Dónde estaba herida? —pensó—. ¿Era grave?”. Si estaba herida, parece que no quería que él lo supiera.
Tenía ganas de mear y, aunque estaba aguas abajo de ella, le pareció una guarrada mearse en el agua. Así que, aprovechando que estaba de espaldas lavando las bragas, se levantó y salió del río por la orilla opuesta a donde tenían las cosas. Nada más pisar tierra, un estrapalucio le hizo volverse, para descubrir a su ama en la orilla opuesta, enarbolando su barra, furiosa. Creyó que les atacaban, pero no vio a nadie y se dio cuenta de que ella le miraba directamente a él… “¿Qué había hecho mal, para enfurecerla así?”, pensó asustado.
Hasta que la muchacha no se tapó la entrepierna con la mano no se dio cuenta de que estaba completamente desnuda. Su rostro le pareció ahora de vergüenza, más que de enojo, y la actitud agresiva se había evaporado. Por pudor, él se volvió de espaldas y decidió seguir con lo que había ido a hacer: anduvo unos pasos hasta una mata, y se puso a mear. La oyó entrar al agua y cuando volvió la cabeza, se había sentado de espaldas, como antes. Volvió tranquilamente al río y se sentó de nuevo a esperar acontecimientos.
Tenía algo de sed, pero aguardó a que ella aclarara su prenda antes de beber. Al segundo sorbo, su ama gritó y le dio un manotazo, poniéndose a gesticular y chillarle, de rodillas ante él. Nunca había visto una mujer desnuda; era el primer pubis que veía del que no salía ni colgaba nada. Recordaba ...