El novio de Rafaela (parte 2)
Fecha: 07/05/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Bellota D I, Fuente: CuentoRelatos
La mañana fue larga. Rafaela había elegido varios arreglos para decorar la sala y solo le faltaba aprobar las muestras que le había preparado la florista, pero al ver los ramos que le presentaba, se descompuso literalmente. Según ella, no tenían nada que ver con las fotos del catálogo. Tuve que pasar dos buenas horas sonriendo y contestando a las angustias de mi amiga (que obviamente había querido elegir otros arreglos) acerca de si los lirios quedarían bien con los girasoles, si las rosas rojas no eran demasiado rojas y otras cosas así por el estilo. Cuando regresamos a la casa, Lionel nos esperaba para el almuerzo.
Nos sentamos en la mesita de la terraza, yo estaba frente a Lionel y Rafaela estaba a su lado. Le contó la dolorosa epopeya floral de la mañana y nos explicó lo que teníamos que hacer en la tarde durante su ausencia. Su novio le había regalado un masaje en un salón de belleza para que se relaje antes de la boda y que descanse. Nos dijo que tocaba revisar la disposición de los asientos para estar seguro de que no se iba a despertar de nuevo cualquier rencor familiar en alguna mesa. También teníamos que recoger el vino que habían pedido en la bodega del pueblo vecino. Yo iba a pasar la tarde a solas con Lionel y el solo hecho de pensarlo me volvía totalmente febril.
Terminamos el almuerzo y, apenas se escuchó el carro de Rafaela alejarse, que Lionel se prendió un cigarro y me miró con malicia:
—¿Te parece si cambiamos la tarea de revisión de los asientos ...
... por una hora de piscina? Ya lo vi con ella mil veces, está todo bien, se estresa por las huevas... ¡Nosotros también necesitamos relajarnos!
—¡Cómo no! Nunca me bañé en su piscina y ya hace tiempo que no me faltan las ganas —le contesté con entusiasmo.
—Me imagino que tienes ganas, sí… Llevas días ayudando para los preparativos sin que Rafaela te dejara tiempo para poder probar lo rico de tener eso en casa…
Me miraba a los ojos, enrojecí y no supe qué contestarle. Me estaba derritiendo por adentro. Fui a mi cuarto para poner mi bikini y buscar una toalla. El cepillo estaba todavía en la cama y, mientras me quitaba mi calzón, volví a pensar en mi sesión de masturbación de la mañana. Estaba todavía con ganas y creo que había empezado a mojarme desde que Rafaela había cerrado la puerta de su carro. Ajusté los triángulos que cubrían mis tetas y pese a mis esfuerzos para disimularlos, la tela fina revelaba mis pezones duros. Cuando regresé a la terraza, Lionel ya estaba en la piscina nadando. Entré lentamente e hice un par de brazas bajo el agua, era verdad que era muy rica. Se instaló en una colchoneta inflable con sus lentes de sol, mirando hacia el cielo con una gran sonrisa satisfecha.
—Eso, Sandra… Eso es la vida…
—Qué rico, gracias por el cambio de programa —le contesté, subiéndome a la segunda colchoneta para imitarlo.
Nos quedamos en silencio un rato, flotando el uno al lado del otro. A veces nuestros pies se rozaban. En medio de esta aparente escena ocio ...