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Buena vecindad
Fecha: 09/05/2024, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Elvira G, Fuente: CuentoRelatos
Al casarse Carlos y Marisa se instalaron en el apartamento que ella tenía en el barrio de Tetuán, de Madrid. Se lo había comprado con la herencia que había recibido de una tía, que había fallecido soltera. Aunque era muy pequeño pensaron que hasta no tener hijos sería suficientemente cómodo para vivir los dos. Esta situación se prolongó porque no habían tenido hijos. Cuando paso un tiempo prudencial y se hicieron pruebas de fertilidad los resultados señalaron que Marisa era estéril. Pese a que nunca lo manifestó claramente, Carlos tuvo una profunda decepción ya que estaba muy ilusionado en tener descendencia. La relación se fue enfriando paulatinamente y los proyectos que habían estado elaborando durante el noviazgo y la primera época del matrimonio se fueron olvidando y su convivencia se convirtió en una simple presencia doméstica carente de toda pasión. Carlos perdió interés por el sexo y sólo ocasionalmente se acercaba a Marisa. Ésta, se sentía responsable y, aunque con frecuencia tenía apetencias de sentir un orgasmo, no se atrevía a tomar la iniciativa y esperaba a que fuera Carlos quién la buscara. El clima de la pareja se fue deteriorando con el paso del tiempo y prácticamente llegaron a tener una convivencia similar a la de dos extraños que compartieran piso. Finalmente, Carlos, conoció a una chica joven y planteó la separación. Marisa entendió que era la mejor solución para ambos. Se repartieron a partes iguales los ahorros comunes y ella se quedó en ...
... su piso de soltera. Carlos alquiló un apartamento y, al poco tiempo, lo compartió con la chica que había conocido. Marisa siguió con su trabajo habitual y se propuso no comprometerse con nadie, al menos a corto plazo. Conocía a varios vecinos de su comunidad, especialmente a un matrimonio con el que compartía el rellano de la escalera. Sus ventanas interiores daban enfrente a través del patio de luces y sus tendederos eran comunes. Sin tener gran confianza los contactos eran habituales. La mujer, era poco comunicativa y se limitaba a breves y escuetos saludos. El marido, por el contrario, era una persona afable y con cualquier excusa entablaba conversación. Al enterarse de la separación de Marisa se mostró especialmente atento y cuando tenía ocasión se interesaba por su estado de ánimo. En una ocasión coincidieron al llegar a casa, subieron juntos en el ascensor y el vecino, Joaquín, le preguntó si sabía como se hacía una lasaña, quería prepararla para cuando llegase su mujer del trabajo. Marisa le contestó que no era muy fácil si no se tenía práctica. Cuando llegaron s la planta le invitó a pasar a su casa para explicarle la receta. Joaquín tomó nota de las aclaraciones culinarias de Marisa y coincidió en que sería complicado cocinar ese plato. Marisa le ofreció una cerveza y estuvieron charlando animadamente durante un buen rato. Joaquín, gran conversador, definió su situación como de pasivo consorte. Empleado de banca había sido prejubilado a los 54 años y había ...