1. Disfrutando de un vecino mirón junto a mi sumiso


    Fecha: 09/05/2024, Categorías: Dominación / BDSM Autor: DominAma, Fuente: CuentoRelatos

    ... te pedí que ladraras como mi perra hasta que yo te ordenase parar, y comenzaste a hacerlo. Tus ladridos todavía me excitaban más. Te estaba escuchando toda la urbanización, pero no podía dejar de follar tu culito tragón hasta que me corrí en un orgasmo increíble. Después de hacerlo, me tumbé boca arriba en la cama y tú, sin decirte nada, te acercaste a mí, retiraste el strap con el dildo rosa y volviste a limpiar mi corrida durante un buen rato.
    
    Te agarré del collar y te acerqué a mis labios. Nos besamos apasionadamente y después de hacerlo te pregunté:
    
    “¿Estás excitada, puta?
    
    “Sí, Ama. Estoy muy salida. He disfrutado mucho de tus orgasmos y de la humillación que he sentido al ser observado por ese tipo”
    
    “Mira, cariño… sigue allí, sin inmutarse. ¿Qué te parece si te pones de rodillas mirando a la ventana y te masturbas para mí, preciosa? Yo creo que le va a gustar que lo hagas, y a mí más todavía”
    
    Sin esperar un segundo (como haces siempre que te doy una orden) obedeciste. Te colocaste de rodillas con la cara pegada al cristal y comenzaste a masturbarte. Mientras lo hacías, te pregunté quién eras, y tú, contestaste:
    
    “Soy la puta de Laila”
    
    Sonreí y te ordené que no dejaras de hacerlo hasta correrte sobre el cristal del ventanal, y eso hiciste. Me excita tanto escucharlo. Me excita tanto saber que eres mi zorra obediente, que estuve tentada de masturbarme mientras tanto. Pero no me diste tiempo, porque casi inmediatamente, sentí que repetías con la voz ...
    ... entrecortada:
    
    “Soy laaa puttaaa de Laila, soy laaa puta deee Laiiila… soy…”
    
    Y sentí que un orgasmo increíble recorrió todo tu cuerpo mientras veía tu leche manchar el cristal de la ventana. Al terminar me diste las gracias y levantándome desnuda hacia ti, sin dejar de mirar al vecino, te susurré al oído:
    
    “Gracias a ti, zorra. Ahora limpia el cristal con la lengua. Lo quiero perfecto. Te espero en la ducha”.
    
    Después de ducharnos, bajamos a la playa. No logro acostumbrarme al placer que me da tumbarme en la toalla y ordenarte que me eches la crema de sol por todo el cuerpo, ante las miradas de la gente y tu más que evidente erección, a pesar del ridículo tamaño de tu pollita. Estuvimos un buen rato en la playa, y en vez de comer en el Maracas, preferimos ir al bar de la urbanización y tomar unos nachos en las hamacas.
    
    Después de pedir la comida y las bebidas, me pediste permiso para ir al baño. Durante esos escasos tres minutos en los que te ausentaste, me acerqué a la barra para esperar la comida, y entonces escuché como alguien carraspeó a mi espalda. Me giré despacio y reconocí al mirón del bloque de enfrente, que sin cortarse un pelo, y en un torpe castellano, me dijo:
    
    “Tú muy guapa. ¿Gustaría tomar cerveza con mi?”
    
    Antes de contestarle, vi que estabas saliendo del baño y que te dirigías a donde yo estaba, así que esperé un segundito para que estuvieras más cerca y sonreí. Sonreí descaradamente. Coqueteé con ese extranjero en tu cara y cuando estuviste al ...
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